Qué mujer no sueña con crear una familia y tener hijos. De ese modo, poder educarlos y convertirlos en personas de bien y útiles para la sociedad. Y así, brindarles lo mejor, incluso más de lo que ellas pudieron tener. Este sueño se convierte, lamentablemente, en una pesadilla cuando se analizan los retos por los que deben atravesar para criarlos. Uno de ellos lo integra la entrada a la escuela: primero, por todos los pasos burocráticos a los que se someten y, segundo, porque muchas de estas instituciones no cuentan con las condiciones materiales ni humanas básicas para la educación adecuada de sus hijos.
Los círculos infantiles fueron creados en Cuba en el año 1961 para dar atención a los niños y niñas de madres trabajadoras. Según la revista Mujeres, existen actualmente un aproximado de mil 83 instituciones creadas con este fin en todo el país. Esta cifra no satisface aún las demandas de la población. Ante esta situación, el Estado cubano tomó como alternativa darle prioridad a las madres trabajadoras de sectores especiales como educación y salud pública y a madres que presenten casos sociales. El resto se ve obligado a pagar por fuera, como se dice en buen cubano. Es un proceso muy tedioso y duradero en el tiempo, por lo que las madres, en cuanto nace su bebé, comienzan a hacer trámites de solicitud del círculo infantil. La edad de entrada a estas instituciones educativas se da una vez que el bebé ha cumplido un año. Este es un requisito imprescindible, puesto que, de no seguirse, la madre corre el riesgo de perder el círculo de su hijo. Una vez que al pequeño se le aprueba la entrada a estas instituciones, son otras las preocupaciones. Muchos de estos lugares atraviesan situaciones que atentan contra una correcta atención y educación de los infantes. Presento aquí algunos de sus problemas:
- No existe estabilidad de personal docente.
- No se tienen condiciones de trabajo mínimas como un adecuado salario, una cantidad suficiente de juguetes para los niños, una buena alimentación o el hecho de que el local esté equipado con materiales de enseñanza.
- No todo el personal docente cuenta con la preparación académica necesaria. Al existir necesidad de docentes y poca oferta de trabajo, muchos optan por estos puestos de trabajo sin estar preparados.
- No se realiza un adecuado trabajo vocacional en las escuelas. Eso dificulta el problema de formar un personal interesado en educar.
- La preparación que se da a las familias de los bebés es insuficiente.
La educación de los hijos no depende solo de la familia, aunque esta juega el papel principal. La escuela y la sociedad complementan la triada perfecta. Del desempeño de estos tres elementos depende la formación o deformación de los pequeños. Como bien dijo nuestro apóstol nacional José Martí: “Los niños son la esperanza del mundo”. La educación que seamos capaces de trasmitirles garantiza un mejor futuro para cualquier sociedad.
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