Paradoja y utopía son dos términos que van de la mano dentro de los seguidores y defensores del ideario comunista en Cuba. Hace más de medio siglo triunfó en Cuba “la solución” a los problemas existentes en la nación, derivados de la influencia de regímenes inhumanos y sanguinarios. Fue la primera vez que se monopolizó el concepto de revolución por personas que luego conducirían al país al más puro caos.
Hoy en día, jóvenes cubanos de diferentes organizaciones independientes con ansias de una transformación político-social hacia una legítima y duradera democracia abogan pacíficamente por un cambio de perspectiva que dé por terminado el régimen actual. ¿Por qué razón han emergido estos jóvenes cubanos valerosos en pleno siglo XXI? Porque quieren volver a soñar con una verdadera democracia con libertad, tal como la soñaron en un principio los que hicieron la revolución. El problema de ellos fue que se convirtieron en personas tan soñadoras que llegaron al extremo de confiar en la utopía del socialismo como una alternativa a los males que sufría la nación, en vez de proyectar un desarrollo nacional basado en métodos más efectivos desde el punto de vista político. Tomaron como referencia el método equivocado de política ciudadana: el marxismo-leninismo, el cual, años más tarde, demostró no ser la vía idónea para el progreso. Prueba de ello fue que otros países socialistas como la Unión Soviética y los países de Europa del Este terminaron cayendo.
Los cubanos esperan todavía vivir con tranquilidad, rodeados de un verdadero Estado de derecho que les permita desenvolverse en una sociedad próspera, desarrollada y de referencia mundial; donde se evidencie una óptima calidad de vida en sus ciudadanos. Lo más contradictorio es que los jóvenes que lucharon en el pasado por la revolución no reconozcan ahora (porque no les conviene perder el poder) las acciones de los jóvenes de hoy que, al igual que ellos en sus tiempos, luchan por concretar los deseos de vida libre, democrática y justa que necesitan. Estas personas desconocen las iniciativas de los jóvenes actuales y se muestran pétreos y reacios a más cambios en Cuba. Pareciese entonces que están vendiendo la famosa frase de: “haz lo que yo diga y no lo que yo haga”. ¡Qué ironía! ¡Cuánta paradoja en sus acciones! Reflexionemos.
Comentario