Cuba te Cuenta

¿Las más cultas y las más sanas? ¡Tal vez las más baratas!

“En todo caso, nuestras prostitutas son las más cultas y las más sanas del mundo” –  Fidel Castro agosto de 1985.

Aunque parezca increíble, así lo afirmó Fidel cuando ya era imposible seguir engañando al mundo con la falsa declaración de que en Cuba se había erradicado la prostitución. También proclamado lo mismo sobre del juego y el racismo.

A principios de 1959, el Gobierno revolucionario cerró los prostíbulos y Fidel, en otra de sus absurdas soluciones, creó con las prostitutas de la capital un servicio de taxis que el pueblo bautizó como las “violeteras”, por el color del uniforme. Con ello, funda la primera compañía de servicio sexual sobre ruedas. Pues a eso se dedicaron la mayoría de las famosas taxistas.

La prostitución en Cuba es un mal social que, por el momento, no tiene solución. Está asociada, fundamentalmente, a los bajos salarios que el régimen paga y a los altos precios de todo lo que se comercializa en el país.

Hace poco más de un año, el martes 22 de noviembre del 2016, salí en horas de la madrugada de una estación de Policía, tras haber permanecido arbitrariamente arrestado por más de 16 horas. En el área de la Carpeta, a mi izquierda, se encontraban alrededor de veinte jovencitas y, a mi derecha, unos diez travestis, todos retenidos por ejercer el oficio más viejo del mundo.

Me dirigí a los dos oficiales de la Seguridad del Estado que me “escoltaban”.

-Ven, aquí tienen otro logro “revolucionario”.

Pensé me ripostarían o me regresarían a la celda, pero no, ambos estaban cabizbajos.

En diciembre del año pasado, me topé, en horas de la noche, con un grupo de jovencitas sentadas en un céntrico lugar de La Habana. Resultaron ser unas auxiliares pedagógicas, unas enfermeras y una maestra. Ellas, los viernes, sábado y domingo ejercían la prostitución. Ninguna rebasaba los veintisiete años

Olga, la maestra, me explicó que ya no sentía pena y que, por encima de todo, estaba el mantener a sus hijos de dos y cuatro años.

-El padre se fue del país y de vez en cuando les manda 40 o 50 dólares, pero eso no me alcanza para mucho. Y de mi salario, para qué hablarte.

Al preguntarle si no tenía miedo de que alguien la viera y la denunciara, me respondió que:

– Es difícil reconocerme cuando me arreglo para esto, pero, si eso pasa, sería muy duro, pues me gusta mucho mi trabajo como educadora. Y aunque no tomaran medidas conmigo, cosa que dudo, tendría que abandonar la escuela.

Rita es una jovencita de 21 años y es enfermera.

-Mira, yo trabajo para tener un “tape” en el CDR, pero a mí me agrada esto y me buscan mucho. Eso sí, lo hago con quien me guste. Está modalidad de la prostitución es la más arriesgada y generalmente terminan detenidas y con una carta de advertencia. Por ello, cambian constantemente de área de “trabajo”.

Viviana y Janet son madre e hija. Me hablan sobre lo que hacen.

-Mira, mi hija tiene 26 años, pero desde los ocho tiene hecha la colostomía. Cuando ella terminó la primaria no quiso estudiar más. Sus compañeritos de secundaria se burlaban de ella y a los dos meses dejó de ir.

-Señor –me habla Janet-  es muy duro. Como no hay bolsitas, en ocasiones me defecaba en clases y la peste era irresistible. No lo soporté. En definitiva, muchos de ellos terminaron la carrera y no trabajaron en lo que estudiaron o terminaron ganando una miseria. En dos ocasiones comencé el proceso para la Seguridad Social y es tan engorroso que nunca lo terminé.

Viviana comenta: además, para los cuatro kilos que te dan… Yo, desde que le pasó eso a Janet, quedé medio loca y ya no puedo trabajar. Hice los trámites y lo que me pagaba la seguridad era tan poco que cuando descubrí a qué se dedicaba mi hija dejé de cobrar y hago lo mismo que ella. A pesar de mis años, gano más que los que trabajan. Ambas se dedican a la prostitución y sus tarifas varían entre los dos y los cinco CUC, según el “servicio” que brinden.

Cuando les pregunté si no consideraban que ese “trabajo” era denigrante me enseñaron el baño y la cocina de su casa. No sé cómo podían cocinar y mucho menos bañarse.

-¿No te parece que las condiciones en que vivimos son más denigrantes que eso que hacemos?, me dice Viviana.

Raquel tiene cuarenta y cinco años, pero parece de veinte. Es máster en ingeniería química y trabajó como tal por muchos años.

-Tengo un hijo que estudia en la universidad y mi madre tiene ochenta y vive conmigo. Los trescientos pesos de mi sueldo los gastaba en agua, electricidad y transporte. Ahora soy una muy selecta prostituta que gana más de seiscientos CUC al mes.

Me cuenta que lleva seis años en esto y no se arrepiente.

-Pedro, yo conozco damas muy militantes y serias que se acuestan con los jefes para ascender en el trabajo o para que las lleve a su casa en el carro. La gente roba, recepta, miente y traiciona la amistad. Esto que te diré ahora no es nuevo, viene sucediendo desde la década de los ochenta. Alumnas que se acuestan con sus maestros para que le aprueben los exámenes. Relaciones sexuales entre profesores y estudiantes. En fin, el régimen ha obligado a que todos, de una forma u otra, nos prostituyamos.

Hay madres, continúa Raquel, que piensan que lo mejor que le puede suceder a su hija que tiene entre dieciséis y veinticinco años es “ligar” un esbelto Yuma, aunque tenga sesenta o setenta años. La edad no interesa, lo que importa es el tamaño de la billetera.

Raquel nos cuenta: tenía un buen amigo militante del PCC y dirigente de diferentes niveles. Un día vi a su hija saliendo de casa (una muñequita rubia de 18 años) y vi como mi amigo le pidió cien CUC. Al indagarle, me dijo con una amplia sonrisa:

-Esto es “cirigaña” para ella. No te imaginas lo que se busca “jineteando”.

Para evadir un posible agente de la policía, la mayoría de las prostitutas no dicen su tarifa, sino que esperan el momento propicio y le comentan al cliente que su hija está enferma, que es su cumpleaños o cualquier otra situación delicada. A continuación, le explican que no tienen dinero y que si le puedes hacer el favor de regalarle algo.

Existen contadas excepciones, como el caso de Raquel que llega a cobrar cien dólares por una noche, pero las tarifas por los servicios prestados varían entre los dos y los veinte CUC, dependiendo del “favor” y de la calidad de quien lo ofrezca.

Las prostitutas en Cuba no son ni las más cultas ni las más sanas, pero sí, ¡las más baratas!

Pedro Acosta

Ejecutivo Nacional de Observadores de Derechos Electorales (ODE). Ha publicado trabajos en el Diario digital 14ymedio. Graduado de Técnico Medio en Dirección y Planificación de la Economía.

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