Las remesas para los cubanos

Cuba es un país donde, si se tiene dinero, se vive bien. Prueba de ellos son los cubanos que tienen familiares en el extranjero y que, de forma periódica, les mandan dinero a sus familias. De esa forma, las familias no tienen la necesidad de trabajar de forma particular o para el Estado. Lo contraproducente de esta situación es que los envíos solo se pueden hacer por Western Union y, desde hace un tiempo, ese servicio va de mal a peor en Cuba. De esa forma, muchas personas se han visto afectadas por no poder cobrar el dinero que se les manda. Lo peor de ello es que no tienen donde quejarse por estos inconvenientes.

Resulta ser que, en otros países, este servicio es eficiente y sirve tanto para mandar dinero como para recibirlo. De más está señalar la impecable atención de sus trabajadores que, en todo momento, tratan de que el cliente se sienta satisfecho y seguro de que recibirá su dinero. Además, las condiciones de los locales que prestan este servicio contribuyen a que el cliente se sienta cómodo ya que se cuenta con varios asientos para sentarse, un ambiente climatizado y un número adecuado de ventanillas para la demanda de clientes. Todo ello hace que la atención sea rápida. Resulta ser que en Cuba esto no se cumple, ya que los locales donde se presta el servicio tienen condiciones paupérrimas y con una atención casi personal. En la misma sala solo pueden dos clientes y una persona para atender. El resto, incluso si son personas mayores, deben esperar afuera frente al sol.

Otro problema es que, al ser un local tan céntrico, sirve de incitación a los asaltantes que aprovechan para robar al ver a personas esperando en la cola, puesto que saben que cobrarán dinero. Además, los recursos con los cuales la oficina dispone para trabajar son obsoletos: casi nunca tienen conexión para revisar si el envío está materializado o no cuentan con el dinero suficiente para pagarles a todos.

No es fácil que un familiar se sacrifique en el extranjero para mandar un dinero a su familia en Cuba. Más difícil es saber que ese familiar no podrá cobrar a tiempo ese dinero y que será una propensa víctima de un robo.