El sistema educacional en Cuba se ha ido devaluando gradualmente hasta llegar al abismo donde se encuentra hoy. A pesar de que cada año al finalizar el mes de agosto, previo al comienzo del curso escolar, todos los medios de prensa, actos y reuniones expresan que todas las condiciones están aseguradas, la realidad vivida hoy es totalmente distinta. Resulta devastador para cualquier ser humano cuando detienes tu mirada en las ruinas de la escuela primaria y secundaria, donde diste tus primeros pasos en el camino del saber. El panorama es aún más triste cuando ves que los pequeños aún los mantienen estudiando en condiciones deplorables.
Los inmuebles se encuentran en condiciones pésimas: ventanales destruidos, paredes agrietadas, baños en estados lamentables, falta de alumbrado en pasillos, baños y aulas, falta de higiene en todos los espacios de la institución, realmente un panorama desolador que le frenan las ganas de estudiar al más interesado. Las áreas deportivas y recreativas, las que la tienen claro, están en total abandono, hasta suena irónica la frase que casi ilegible se encuentran en los muros: deporte derecho del pueblo.
La base material de estudio nunca está completa. Cada año los libros son un Frankenstein, recuperados gracias al esfuerzo y deseo de los padres para que sus hijos aprendan. Eso es en el mejor de los casos si el niño o pionero, como suelen llamarle, alcanza libros. El mobiliario está destruido mesas y sillas que destruyen y ensucian los uniformes de estos a quienes llamamos la esperanza del mundo. La precariedad de estas instituciones nos hace recordar el sistema decadente que nos ahoga y del cual parece que no vamos a salir nunca.
La alimentación de estos pequeños, que están en etapa de crecimiento, parece ser un juego de azar o la ruleta rusa. Cada día compiten los menús por ser el peor de la semana. La ausencia de proteínas, vitaminas y carbohidratos en esta dieta es el principal factor de mala nutrición que conlleva al alto índice de diabetes, hipertensión, gastritis que padece la infancia en la Cuba de hoy.
Ni hablar de las maestras con escasa o nula preparación que fueron las peores de su clase, sin el más mínimo interés en instruir y mucho menos educar. La razón es muy obvia los bajos salarios y condiciones de trabajo ínfimas han hecho de esta labor maravillosa la última opción de trabajo. La ausencia de maestros ha provocado numerosos cambios en los programas de estudio de todas las enseñanzas donde más que estudiantes parecen conejillos de indias. Maestros emergentes, clases impartidas por un profesor de la tele, la exigencia de que un mismo profesor asuma diversas asignaturas sin la preparación requerida ha dejado lagunas cognitivas que se revierten en los universitarios mediocres que encontramos hoy en nuestras aulas y que serán los profesionales del mañana. Futuros dirigentes y fuerza laboral que llevaran a cabo las diversas estrategias y directrices del “desarrollo” del país.
Aunque la dictadura impuesta en Cuba desde 1959 grite a los cuatro vientos que es un orgullo la educación en Cuba el sistema educacional cubano y el día a día en las aulas de esta isla demuestran todo lo contrario.
Lo peor es que en este sentido todos estos errore va el futuro.
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