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Cuba insostenible

El tema ambiental no escapa a las constantes críticas que recibe nuestro país, debido a los considerables y frecuentes desencuentros de sus autoridades en el ámbito ecológico, mucho más cuando se vincula con la sociedad civil.

Aunque no se ha estudiado lo suficiente, es conocido que la combinación de la influencia filantrópica europea, el comportamiento de algunos elementos aislados de las clases altas en la colonia que hicieron el papel de mecenas y la visita de importantes científicos al país, posibilitaron que aún en condiciones no ideales nos visitaran científicos notables y personas de gran intelecto preocupadas por la interacción con la naturaleza cubana y las condiciones de vida de la población.

En el periodo colonial el ambientalismo estuvo disperso en instituciones y sociedades de intereses múltiples como la Sociedad Económica de Amigos del País, cuya brillante ejecutoria se mantiene hasta hoy; la Real Academia de Ciencias Medicas, Físicas y Naturales de La Habana y los liceos.

Desde mediados del siglo XVI se dictaron las primeras medidas conservacionistas con el objetivo de garantizar el uso común de recursos como los bosques, los pastos y las aguas. Si bien a partir del siglo XVII la Corona Española concedió amplios privilegios a la Marina Real para la explotación de los bosques con fines de construcción naval, esto encontró una creciente y decidida oposición de los hacendados azucareros, por su necesidad del mismo recurso, especialmente con la rebelión de esclavos de la ex -colonia francesa de Haití y el auge de esta industria en Cuba a partir de mediados del siglo XVIII, en el que se convirtió en la isla del azúcar.

Dentro de esta pugna se reconocen numerosas leyes para la conservación de los bosques, expuestas desde una perspectiva que muchos años después podemos catalogar de ambientalista. Ejemplo de esto fue la Memoria presentada por Ricardo O’Farril en 1796 a la Sociedad Económica habanera, en la que alertaba sobre la rápida desaparición de los “montes”, nombre vernáculo utilizado para denominar a la todavía exuberante cobertura vegetal que revestía nuestra isla.

El conflicto entre la construcción naval y la producción de azúcar de caña se resolvió a favor de esta última, convirtiéndose la colonia en la principal exportadora mundial del producto. Pero con la multiplicación de las plantaciones esclavistas azucareras, se apreciaban sus nefastas consecuencias ecológicas. Esto fue alertado por destacados científicos y humanistas cubanos, así como por extranjeros que visitaron la isla durante el siglo XIX. Podemos mencionar entre los primeros a José Antonio Saco, Francisco Frías (conde de Pozos Dulces), Álvaro Reynoso, y a los naturalistas foráneos Ramón de la Sagra, Miguel Rodríguez Ferrer y Alexander von Humboldt.

La influencia de la creación de sociedades de protección animal en varios países del mundo a partir de 1850; incluidas 48 en los Estados Unidos de América y la Sociedad Madrileña Protectora de Animales y Plantas en 1878; una coyuntura interna favorable luego del fin de la Guerra de los diez años, que toleró la  vida asociativa en Cuba, y la opinión autorizada de científicos como Felipe Poey Aloy, considerado el más grande naturalista cubano del siglo XIX, posibilitaron la creación de la Sociedad Cubana Protectora de Animales y Plantas, en 1882, hecho que marca el surgimiento del ambientalismo asociado en Cuba.

Esta tradición de organizaciones que promovían una relación diferente entre la sociedad y la naturaleza en Cuba fue continuada durante la República por la Sociedad de Historia Natural Felipe Poey, la Sociedad Geográfica de Cuba e incluso otras con objetivos tan específicos como la Sociedad Malacológica de Cuba, que posibilitó la primera acción a favor de la conservación de los moluscos terrestres, entre 1942 y 1943. El propósito fundamental de dicha acción era proteger a los géneros Liguus y Polymita al prohibir su exportación sin justificación científica.

De particular trascendencia fue la creación, en 1940, de la Sociedad Espeleológica de Cuba (SEC). En esta se combinaron la exploración y el estudio minucioso que hicieron posible el descubrimiento de la Cuba subterránea.

No debemos dejar de mencionar en este periodo la labor e influencia de instituciones como la Estación Experimental Agronómica de Santiago de Las Vegas y personalidades inolvidables y cardinales como Juan Tomas Roig Mesa, Savador Massip, Sara Ysalgué, Abelardo Moreno Bonilla, Carlos de la Torre Huerta y José Isaac del Corral.

Con el triunfo de la dictadura castrista el tema ecológico es relegado debido a que su basamento filosófico-ideológico, el Marxismo-Leninismo, es una doctrina positivista, desarrollista, instrumentalista, racionalista y pragmática; donde el Estado centralizado se propone ¨transformar la naturaleza para bien de la sociedad¨ como son; los casos de intento de desecación de la Ciénaga de Zapata con el objetivo de aprovechar las tierras para el cultivo o, La Columna de Centenario que se encargó de destruir con cadenas tiradas por buldóceres los bosques de llanura que quedaban, para incrementar las áreas dedicadas al cultivo de la caña de azúcar.

La aguda crisis económica que se desató con la desaparición del otrora campo socialista y la desintegración de la Unión Soviética, llamada en el vocabulario político local “periodo especial”, generó amenazas a la seguridad alimentaria y determinó cambios  en la forma de dirección del Estado. A partir de concepciones fuertemente centralizadas y tutelares de los procesos económicos y políticos, comenzó una evolución por la vía de la descentralización.

La década de los años 90, del siglo XX, también significó un proceso de dinamización y cambio para las ONGs cubanas, con respuestas variables de adaptación, cambio y aprovechamiento de ciertas oportunidades para complementar el espíritu del propio proyecto social cubano y conquistar espacios tanto en el marco de las Naciones Unidas, la cooperación bilateral entre gobiernos, las Agencias de Ayuda al Desarrollo, trabajo con ONGs del Norte, redes de trabajo regionales y grupos de solidaridad con Cuba.

Fue en esta década cuando surgió, con el apoyo del Ministerio de Cultura, un pequeño grupo de Fundaciones, como la Fundación “Antonio Núñez Jiménez” de la Naturaleza y el Hombre, que se han sumado a los esfuerzos y actividades de la sociedad civil cubana.

Si bien hay que reconocer logros y pasos de avance es necesario aclarar que las ONGs cubanas con orientación ambientalista responden a la política oficial del Estado en esta materia y todas están permeadas de los principios del ambientalismo pragmático que se basa en el paradigma Marxista-positivista y que es en esencia desarrollista, instrumentalista, parcelario, kantiano, racionalista y utilitario; donde el hombre es suprema medida de todas las cosas y la naturaleza no es más que una despensa llena de recursos a su disposición.

Además estas organizaciones no llegan a conformar una verdadera sociedad civil por cuanto sus cuadros son aprobados y controlados por el Partido Comunista de Cuba, el Gobierno Revolucionario y los órganos reguladores del Estado.

De ahí que el surgimiento del movimiento ecologista cubano sea un imperativo de esta época, marcada por la tendencia a la transición hacia una sociedad democrática, donde se hace necesario crear nuevos liderazgos, potenciar formas de autogobierno y promover variantes de economía autogestionada o comunitaria que favorezcan el cambio socioeconómico esperado.

Abel Hernández

Licenciado en Biología por la Universidad de La Habana con máster en Ciencias de Ecología y Sistemática Aplicada por el Instituto de Ecología y Sistemática de Cuba. Ha trabajado como director del Museo de Historia Natural de Sancti Spíritus, Jefe del Área de Investigación Cultural Dirección Provincial de Cultura de Sancti Spíritus, profesor universitario con la categoría de Auxiliar. Obtuvo Premio en Divulgación Científica en los Concursos Nacionales Pinos Nuevos 1999, La Edad de Oro 2001, La Rosa Blanca 2002 y 2006, y La puerta de papel 2008; y Sendero de Luz 2009, 2010 y 2015, de la Biblioteca provincial Rubén Martínez Villena por haber sido el escritor más leído en 2008, 2009 y 2014.

Correo: pronaten2015cuba@gmail.com

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