Al andar por la ciudad de Holguín, al norte del Oriente cubano, es muy común encontrar a adolescentes y jóvenes visitando los llamados “café¨, negocios de pequeño formato con variedades de elaboración de café Oriental junto a ofertas gastronómicas como jugos, bocaditos, helados o confituras.
De estilos sencillos y con mesas a cuatro sillas, ventiladores, grandes televisores tipo “pantalla plana”, música, acceso para fumadores y precios módicos, estudiantes de las diferentes carreras, jóvenes trabajadores y enamorados asisten a estos espacios que se han ganado la aceptación en la sociedad, debido a la calidad del servicio, propia de empleados en los centros privados, a diferencia de los estatales.
Los centros estatales de gastronomía carecen de eficiencia y calidad. El personal no siempre es el más preparado, ni con la mejor atención a la población, quizás producto a la carencia de escuelas especializadas para la actividad, o la desmotivación de los trabajadores debido a sus salarios tan bajos; la falta de condiciones y recursos para el desempeño del mismo. En Holguín varios de este tipo de espacios se encuentran en reparación y otros presentan falta de higiene y confort, razón por la cual la población prefiere otras alternativas.
Es entonces que, gracias al buen estilo, el detalle de una buena oferta económica y con calidad, el ambiente agradable con la modernidad de las tecnologías y la música de gusto para las nuevas generaciones provoca que los cafés, estén llenos a toda hora, para encuentros, comentarios, amoríos, preparaciones profesionales o sencillamente para disfrutar entre amigos de un exquisito café.
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