En 1994, treinta y cinco años después de su triunfo fue que la “revolución de los Castro” se ocupó de la pequeña Comunidad Las Terrazas, en la actual Provincia de Artemisa. Se vió obligada a ello porque en 1985 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO, declara a la Sierra del Rosario Reserva de la Biosfera por lo que era imprescindible reforestar toda esa zona, pues los habitantes de esa comunidad enclavada en ellas se dedicaban a elaborar carbón. Como siempre el régimen estableció diferencias; a quienes desde inicio confiaron en el Proyecto “revolucionario” les edificaron pequeñas viviendas con portal, jardín y patio. Los que confiaron posteriormente residen en edificios. Todo no fue gratis, debieron entregar sus tierras a cambio de ello. Los que no confían en el régimen, siguen viviendo en sus bohíos. Estos últimos tampoco disfrutan del traslado en ómnibus hasta el centro escolar.
La pintoresca comunidad, que vive principalmente del turismo, tiene como valor añadido que allí está enclavada la vivienda del fallecido cantautor Polo Montañés. A los 23 años de creada, la comunidad padece de los males que acompañan al castrismo. Su infraestructura, ofertas recreativas y calidad en el servicio no se corresponden con los cerca de mil turistas que los sábados y domingos la inundan. Pero carecen del financiamiento necesario para brindar el servicio que de ellos espera el turista.
Rancho Curujey, Las Terrazas, lugar de recibimiento.
Interior del restaurante y lugar de bienvenida.
Puente que da acceso a la Comunidad Las Terrazas.
Interior de la vivienda del cantante y compositor Polo Montañés, el Guajiro Natural, como él se llamaba. Murió en el 2002 en un trágico accidente automovilístico. En ese momento se encontraba en la cúspide de la fama.
Casa de los “creyentes”, como fueron apodados aquellos que “creyeron” en el proyecto desde sus inicios. No fue gratis, tuvieron que entregar sus tierras.
Edificios de los“no creyentes”. Se le “bautizó” así a quienes de inicio “no creyeron” en el proyecto. Al fondo, casi invisible entre la floresta, el Hotel La Moka.
Caseta de los botes para remar en el lago artificial. Son solo cuatro embarcaciones, por eso la larga fila para acceder a ellos.
Cafetería principal del poblado. Dos personas para atender a más de 60 personas que allí están de manera constante.
Pequeño restaurante a orillas del río San Juan.
Río San Juan, área donde uno debe permanecer desde las 12 meridiano hasta las 4.pm, hora de partida.
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