El noveno mes del año trae para los religiosos yorubas cubanos las celebraciones de Orisas Yemaya y Osún. Estas dos deidades son de las más adoradas dentro las creencias de una parte de la población de Cuba que no deja de pasar por alto estas fechas especiales a pesar de la precariedad económica y la ausencia de derechos y libertades.
Vivir el 7 y el 12 de septiembre, es unir la dulzura del rio y la belleza del mar. Sentir la mezcla de los güiros como adoración del baile de una de las deidades, y enamorarse con la melodía de los violines a gusto de la otra. Es disfrutar de una ola de pueblo que sigue a sus Orisas con sus encantos.
Por un lado, Yemaya (en el sincretismo también conocida como la Virgen de Regla) es la Orisa dueña del mar, del océano y de la vida; defensora de la mujer y de las embarazadas; dulce como el melado y ardiente como el fuego. Por otro lado, su hermana Osún (sincretizada como la Santísima Virgen de la Caridad del Cobre y Patrona de Cuba) es dueña de las aguas dulces, de la sensualidad, la coquetería, la sexualidad femenina, el amor y la fertilidad.
Según el libro “Yorubas en Cuba” y conversaciones con Nancy González (más conocida como Ogún Yequé) Santera Mayor en la provincia de Holguín, conocimos hermosas historias de estas Orisas y rituales que los yorubas le dedican.
Sobre Yemaya, se cuenta que es tan vieja como Obaatalá (el Orisa mayor), y tan relevante, que se dice que es la más poderosa; pero por su carácter arrebatado perdió la hegemonía del mundo, y se le dio el dominio de la superficie de los mares, que, al moverse de derecha a izquierda, representa el movimiento de las olas y el carácter de su personalidad. Siempre le adornan pulsas, joyas y prendas. Se dice que adora el baile, el tambor y el güiro; que lleva dentro de sí la alegría, el carácter, la furia y el don maternal al ser nombrada como la madre de todos los Orisas.
Por su parte, Osún, vista también como la Virgen de la Caridad, es la deidad más popular y querida en Cuba. La fe de los cubanos hacia este ente espiritual incluye a católicos, espiritistas, santeros y paleros. Sus milagros, entre los que se cuentan sanar enfermedades, salvar matrimonios en quiebra y lograr amores imposibles, hacen que el pueblo, en gran mayoría, ame e idolatre a esta Orisa.
Hay que destacar, que la Santísima Virgen de la Caridad del Cobre cuenta con una imagen a la que se le construyó un santuario nacional católico en la provincia de Santiago de Cuba. A él acuden también, movidos por la fe, y más allá de las particularidades de cada religión, yorubas, santeros, espiritistas y paleros; de la isla y del extranjero que acuden para adorarla.
Ahora bien, las religiones en Cuba tienen otra historia que casi todos los creyentes lamentan, y es que después de la revolución cubana, Fidel Castro restringió la práctica religiosa. Ser religioso era motivo de persecución, represión y discriminación por parte de las instituciones del Estado. Los cultos y otras actividades de los distintos grupos de fe, debían ser informados a las autoridades, para que sean autorizados. En la actualidad, persisten muchas de estas restricciones y en ocasiones las actividades religiosas se realizan bajo vigilancia y en presencia de la policía.
Aun los religiosos cubanos no tienen derecho a construir templos, ni se les permite tener espacios en los medios de difusión, y más allá del aspecto religioso, también sufren la falta de derechos y libertades universales que padece el resto de la sociedad cubana, inherente a un Estado comunista de partido único.
Junto a la Virgen de la Caridad, miles de cubanos han aliviado con la fe en el cambio, las pobrezas, el dolor, la represión y la necesidad de ser libres. Las velas son prendidas en altares y en tronos santorales acompañadas de la petición de libertad, democracia y prosperidad que tanto necesita nuestro pueblo. Día tras día muchas personas cuando bailan acompañando a estas deidades, imaginan que sus anhelos se harán realidad.
Así viven los cubanos en septiembre, entre flores y plegarias, suspiros y alegrías. Unos acuden a la iglesia católica y otros rezan en misa implorando a los espíritus de luz; mientras los yorubas en Cuba suenan los tambores y los güiros para alegrar a Yemaya, que le regala su amanecer entre los violines y campanas a su hermana Osún.
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