Los resultados económicos para la sociedad cubana van de la mano del presupuesto que aprueba anualmente la Asamblea Nacional del Poder Popular bajo la propuesta del Ministerio de Finanzas y Precios. Supuestamente los trabajadores, según sus sectores y por medio del convenio colectivo de trabajo, aprueban esta sugerencia presupuestaria. Pero la realidad es que nadie puede cambiar el número ya dirigido y mucho menos, conocer detalladamente sobre su ejecución.
Según los conceptos de presupuestos, emitido por el propio Ministerio de Finanzas y Precios de Cuba, este fenómeno no es más que el cálculo o cómputo anticipado de los ingresos y gastos de un negocio o de una actividad pública. En Cuba, cada año se impone la asignación presupuestaria y con ella la decisión de su disminución del 3% en comparación con la del año anterior.
Es aquí donde el trabajador, luego de rendir en labores sin condiciones de vida con 7.96 horas diarias como mínimo, no alcanza a obtener lo indispensable para ejercer sus funciones. Dar una mirada a las construcciones de escuelas, hospitales, centros asistenciales, las viviendas y centros de prestación de servicios para la población, por solo citar algunos ejemplos, dejan muchas preguntas sobre el mencionado presupuesto, que nadie sabe a dónde va a parar.
Elena Silva, es una holguinera que hace más de 40 años vive en paredes de cartón y de zinc, con techo de fibrocemento y piso de tierra, asistenciada por problemas de salud y espera algún día obtener una mejoría para su hogar: “Yo estoy cansada de quejarme, pero no hacen nada. Me pregunto mil veces que dónde invierten el presupuesto esa gente, porque en 40 años, no me han dado ni un clavo para mis paredes viejas”.
¿Quién controla el presupuesto? ¿Quién sabe cuántos miles de pesos o ninguno tiene una obra que hace décadas está en reparación? ¿Qué parte del pueblo domina la información de la planificación presupuestaria del gobierno para solucionar los problemas que presenta una sociedad? La respuesta es muy simple: más allá de una auditoría o control por funcionarios de la Contraloría General de la República, de los funcionarios de gobiernos o financistas, el pueblo desconoce la información de lo que sucede a su alrededor.
Dailin Almaguer Góngora es una joven obrera del Ministerio de Comercio Interior y también expone sus comentarios: “Los sueldos seguirán siendo tan bajos mientras nadie sepa qué pasa con la economía y con los presupuestos, los jefes innovan sin saber del tema y la vida sigue siendo una miseria”.
Al transcurrir más de 60 años, los sectores de la economía y de servicios, dejan muchas interrogantes. La baja calidad de los servicios tanto eléctricos, higiénico sanitarios, de comunales, en comercios, viales, la pésima y antigua situación con el transporte público, las bodegas y puntos de venta de la canasta básica, consultorios, la carencia de recursos y la falta de higiene en los hospitales, centros educativos, y la constante insatisfacción del cliente con la oferta y demanda. Sumando a ello los bajos salarios y los precios cada vez más altos; está muy claro que alguien “juega” con el presupuesto que construye con sacrificio el pueblo.
John Morejón Laguna, es un joven de 28 años que refleja su libre pensamiento: ” Hace 28 años vivo en un reparto de la ciudad, mis calles son puro terraplén, en las reuniones del delegado a sus electores, planteamos la situación año tras año y la respuesta siempre es justificada con la falta de presupuestos de la Empresa de Viales, que priorizaran las avenidas por donde pasara algún dirigente, o para colmo, han justificado los problemas hasta con el bloqueo”.
En cuba se vive ignorando el manejo que con el presupuesto hacen los gobernantes y que lamentablemente no llega a los ciudadanos. Alguien se alimenta de monedas, mientras los que trabajan y la producen, sueñan con la visión de un futuro próspero, que no se ve en el disfrute de la sociedad. Los sueños en espera de una verdad que no llega, mientras la suma de los planes no aumenta, dejando a los cubanos en un cálculo que solo resta.
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