No existe noticia falsa, sino falseada; es decir, un jirón de noticia elevado a la categoría de absoluto, un texto inserto en un contexto adulterado. Las fake news son la versión oficial del famoso proverbio: donde dije digo, dije Diego. Y casi siempre, Diego ajeno.
Las fake news se han convertido en el recuento obligatorio de las pifias políticas foráneas. De este lado del mundo, es imposible equivocarse. Y lo que pueda parecer un yerro, no es más que una jugada inteligente que nos conduce a la victoria estratégica. ¿Victoria?
El carácter socialista de la Revolución cubana, fue anunciado en 1961, después de la victoria de Playa Girón. Se dijo que había sido la primera gran derrota del imperialismo en América Latina. Independientemente de los bombardeos el día previo, lo cierto es que fue una escaramuza miserable, a la cual dieron la espalda, en primer lugar, los estadounidenses. La victoria era cierta, pero nunca el ejército norteamericano se enfrentó a los cubanos. Hoy todavía sufrimos las consecuencias de esa “gran noticia”.
El socialismo se dio por hecho. Cuba fue socialista de un día para otro, por obra y gracia de la iluminación política de un líder después de consultar con la almohada. A pesar de las advertencias, Fidel Castro llegó a negar expresamente que la Revolución fuera socialista. Por cruel que sea, es imposible que un bombardeo y una escaramuza, desvíen el rumbo de un proceso político. Al menos no inmediatamente. Años después, Fidel afirmaba categóricamente en una de sus extensas intervenciones: “¡Ahora sí vamos a construir el socialismo!” Antes, al parecer, y a pesar de lo dicho en 1961, nos habían estado timando con coyunturas globales.
La Campaña de Alfabetización fue otro anuncio de victoria. Cuba, primer territorio libre de analfabetismo en América Latina. Más adelante vendrían las batallas por el sexto, el noveno y el duodécimo grado, para hacer de la clase obrera cubana la más culta del mundo. Y luego las ingenierías y licenciaturas al por mayor. Eran batallas que había que vencer a toda costa. Los puestos de trabajo comenzaron a requerir los títulos que acreditaran los niveles vencidos. Pero los alumnos desaprobaban los exámenes con soberbia facilidad. Como se dice en Cuba, “no estaban pa’eso”, y si estaban, era por lo obligatorio. Era necesario, entonces, resolver una necesidad política, había que tomar medidas. Y las tomaron rebajando la cantidad de puntos necesarios para aprobar, el famoso “mínimo” que servía como referencia para demostrar cuán aventajado se era. Se descubrió, además, que los exámenes podían venderse. Nada nuevo bajo el sol, aunque el “hombre nuevo” del Che Guevara, era un tipo inmaculado (ideológicamente hablando, se entiende). Al hombre que se le “regalaba” el sexto grado, había que terminar “regalándole” los grados sucesivos. Era mejor vendérselos. Así el beneficio era mayoritario.
Imposible saber qué por ciento del total de títulos otorgados bajo el sistema socialista, ha sido comprado de alguna manera. El socialismo es meramente estadístico. Es el sistema que mejor reparte el hambre para evitar la hambruna. Sin embargo, ha gozado de cierto éxito en su proliferación a base de proclamar ideales, aunque actualmente esté en franco retroceso. No se puede vivir eternamente anunciando el sobrecumplimiento de los planes de siembra, y que luego la cosecha nunca aparezca en los mercados.
La historia de la Revolución cubana está repleta de noticias falseadas desde sus comienzos, de anuncios de cosas hechas que nunca fueron hechas o jamás se concluyeron. La Zafra de los Diez Millones fue un hecho en 1970. Y lo peor ni siquiera fue que no pudiera cumplirse la cifra apetecida. Lo peor fue paralizar una nación para enfocarla exclusivamente en una meta política. Solo un ingenuo podía afirmar que Cuba se convertiría en potencia mundial a base de azúcar. O un dictador. Como era de esperar, la tierra montó en cólera y dejó de dar sus frutos. La Cuba fértil se tornó árida. Demasiadas locuras, como aquella que pretendía utilizar la ciénaga de Zapata para sembrar arroz. O como esa otra, más contemporánea, de incentivar la cría de avestruces, cocodrilos y jutías para resolver el problema alimentario. ¿Problemas alimentarios? El calentamiento global.
Allí donde el socialismo fue un hecho, fue un desastre. No hace falta ahondar en el asunto. Pero el Gobierno cubano necesitaba un paso más, un paso que le garantizara de manera oficial lo que había estado haciendo con la oficialidad del poder impuesto. Y dio el paso: el socialismo en Cuba es constitucional desde el 24 de febrero de 2019. Y aunque los números de la votación no son falsos, tampoco son ciertos. Nada se puede hacer cuando el propio consumidor de la noticia, jamás ha visto un extraterrestre ni sus naves, pero cree que existen y dice que fue abducido. Ningún cubano ha podido vivir el socialismo prometido ni su atisbo; sin embargo, lo refrendan en la Constitución del país. Muy pronto tendremos las primicias desde Marte.
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