A inicios de 1959, el Gobierno cubano en pose de Fidel Castro en su afán de institucionalizar el socialismo, política que vio apropiada para perpetuarse en el poder, fue devastando a Cuba y a su economía, su política, su educación, la cultura y el desarrollo que paulatinamente estaba teniendo el país; la democracia que se estaba construyendo desde mucho antes del ‘triunfo’ fue truncada de inmediato, los partidos políticos disueltos y unificados, lo cual le daría más poder al dictador para administrar el país y lograr su fin, ‘perpetuarse de por vida en el poder’.
Desde el triunfo de la revolución cubana, que no fue más que la revolución de los Castro, el Gobierno constituido desde entonces tuvo como ‘modus operandi’: crear desestabilización en diferentes países del mundo, sobre todo en el hemisferio donde se originaran fuertes críticas a su régimen totalitario; y como fin: apoyar golpes de Estado que posicionaran en el poder a candidatos deseados por el régimen cubano que después le abonarían grandes aportes al Gobierno de Castro.
Posteriormente, algunos gobernantes sintiendo la admiración de lo que había hecho Fidel en Cuba, y dejándose llevar por la ambición del poder como el dictador cubano, cometieron el grave error de pedirle ayuda para hacer una revolución semejante en sus países, como el ejemplo de Salvador Allende en Chile, y otros ejemplos más, como lo fue la participación del Fidel Castro en la Guerra Fratricida del Salvador donde más de 80 mil salvadoreños perdieron la vida, cuya guerra fue patrocinada por el dictador cubano.
Años después, hoy en la actualidad, vemos repetirse la misma historia en Venezuela que ha quedado en las más tenebrosas ruinas por la mala influencia del castrismo en esa nación; de ahí a proseguido a Nicaragua y Bolivia, gobiernos que han logrado posicionarse como narco-Estados por sus profundos lazos con cárteles descubiertos, con el crimen organizado y vinculados con el terrorismo internacional.
Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia violan constante y flagrantemente los Derechos Humanos de sus respectivos países para mantenerse en el poder indefinidamente, así mismo violan el Derecho Internacional con el fin de desestabilizar las democracias sólidas en el hemisferio y toda América. Estos tres países, en contubernio con el Gobierno cubano, han expandido sus perjudiciales efectos desestabilizadores en otros países del hemisferio con el fin de socavar la democracia en América y crear caos y desolación.
Países como Colombia, Perú, Argentina, Ecuador, y recientemente en Chile, se han producido desestabilizaciones que en su esencia están patrocinadas por las dictaduras de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia; sin tener presente ni combatir el gran peligro que representa el desarrollo y el mantenimiento de esas dictaduras criminales que se han perfilado en las sistemáticas violaciones a los Derechos Humanos y la invasión solapada a países del hemisferio con el fin de socavar y debilitar las democracias sólidas.
La grave situación que se vive hoy en el hemisferio se debe a que los gobiernos democráticos no han sabido combatir y detener la red de crimen organizado y desestabilización orquestada por el castro-madurismo.
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