Un enemigo importante del campesino es el roedor dañino: la rata y el guayabito. Estos animalitos atacan las cosechas. Matan los arbolitos. Están llenos de pulgas que transmiten enfermedades al hombre. Comen inmensas cantidades de forraje, pastos que deberían usarse para alimentar el ganado.
Mucha gente, sobre todo los campesinos, no sabe lo numerosos que son los roedores y el mucho mal que hacen. Son muy callados en sus actividades y la mayoría de ellos actúa especialmente en la oscuridad de la noche. Pero no hay duda alguna de que estos animalitos destruyen anualmente en Cuba millones de pesos en cosechas.
El desconocimiento y los prejuicios llevaron a actuar a nuestros campesinos de un modo que favoreció el incremento de insectos y roedores.
Y así es como sucedió. Había la creencia de que los gavilanes y las lechuzas eran dañinos. A veces una de estas rapaces se robaba un pollo. Otras se las veía batiendo alas sobre el gallinero. Las gallinas huían, cacareaban ruidosamente y se escondían. De ello dedujeron los campesinos que estas aves de rapiña destruían gran número de pollos, de gallinas, patos y guanajos, y se dieron a la tarea de matar el mayor número posible de aves de presa. Se gastaron millones de pesos de esa manera. Cientos, miles de gavilanes y lechuzas fueron destruidos.
Después, los biólogos empezaron a estudiar las aves. Descubrieron que el gavilán que iba al gallinero estaba más interesado en las ratas del gallinero que en las gallinas. Las ratas son su alimento natural y las cazan donde quiera que puede hallarlas.
Se abrieron miles de estómagos de gavilanes y lechuzas y se estudiaron cuidadosamente. Se encontró que prácticamente todas las rapaces se alimentan especialmente de roedores y de insectos como los grillos y las esperanzas. En otras palabras, las aves de rapiña trabajaban día y noche para el campesino.
Cada roedor, en el curso de un año, puede causar un daño que llega sólo a unos cuantos pesos, pero cuando recordamos que los gavilanes y las lechuzas se comen anualmente millones de estos animalitos, resulta claro que esas aves son buenas amigas de los cubanos.
De cuando en cuando un gavilán o una lechuza viejos que ya no pueden capturar sus presas habituales, le dará por robarse los pollos del campesino. Es como el hombre normal que se vuelve bandido. Las aves, entonces, deben ser cazadas. Pero es tan tonto matar en forma masiva a los gavilanes y las lechuzas por los actos depredadores de unos cuantos, como lo sería exterminar la especie humana porque unos cuantos hombres se han vuelto animales. Si una rapaz en forma casual hace presa en un ave de corral es mejor dejarla como un pequeño tributo a la madre naturaleza.
La regla general que deberá seguir el campesino prudente es ésta: no mate ninguna lechuza o gavilán a menos que los coja en el acto de robarse aves de su corral. No mate ninguna ave canora a menos que sepa a ciencia cierta que está dañando las cosechas. (Míreles el buche para asegurarse de que están dañando sus cosechas; puede ser que sólo se coman los insectos que en realidad causan el verdadero daño.)
El antiguo refrán estaba equivocado. La ciencia nos ha enseñado que debe cambiarse y decir: más vale cientos de pájaros volando, que uno en mano.
Es necesario insistir en la idea que discutimos páginas antes: la de la madeja de la vida. Es ésta una de las más interesantes ideas que ha descubierto el hombre contemporáneo, pero es un tema demasiado extenso para ser tratado en una obra de estas dimensiones.
Vemos, sin embargo, lo compleja que es.
Todas las plantas crecen de la tierra, con la ayuda del agua y la luz, cuyo aprovechamiento total depende de las plantas. Los insectos se comen a las plantas. Los pájaros pequeños se comen a los insectos.
Pero también los roedores se comen a las plantas. Las aves mayores devoran a los roedores. O bien los majaes y jubos. Mucha gente mata a los majaes, donde quiera que los vea. Sin embargo, las culebras son también amigas del hombre, puesto que se alimentan de insectos y roedores.
Esta serie de seres vivos que se alimentan unos de otros se conocen con el nombre de cadena alimentaria. Cadenas comunes y muy típicas son las siguientes (naturalmente que el flujo del alimento pasa en la dirección de izquierda a derecha):
arroz – rata – lechuza
frijoles – áfidos – aves canoras
maíz – guayabito – halconcito
Al fin de la cadena alimentaria están los grandes carnívoros: la lechuza, el gavilán y el hombre.
Lo que debemos entender, al ver la trama de la vida, es que gran parte de ella depende de los demás.
Las condiciones empeoran. Ninguna de esas causas es por sí misma muy perjudicial. Pero cada una de ellas es una hebra de la madeja de la vida. Cuando se rompe una, las otras tienen que hacer más fuerza y poco a poco, se van rompiendo otras hebras.
Y así van las cosas.
La naturaleza vive sujeta a leyes. Si el hombre las infringe padece y a la postre muere. Es imposible que la humanidad obedezca esas leyes si no las entiende.
Debe saber que él también es parte de la madeja de la vida. Debe velar porque no se destruya la trama.
De lo contrario, el hombre y todas sus obras serán destruidos. Ha pasado antes, recuerdan el mundo Maya. Puede pasar de nuevo aquí en Cuba. De hecho, está pasando, aquí mismo, en nuestra isla querida, bajo la mirada llena de desidia de las autoridades de la dictadura.
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