El pasado 13 de enero, la empresa cubana Unión Cuba Petróleo (CUPET) anunció a través de los medios oficialistas, la crisis que afrontaría el país respecto al gas licuado.
El comunicado indica además, las medidas de reducción del consumo que se aplicarían hasta tanto exista un suministro estable; y exhortaron a la población a adoptar una postura de ahorro y uso eficiente de ese producto.
“La compañía cubana Corporación Panamericana S.A tenía contratado el suministro de gas licuado del petróleo (GLP), pero los proveedores se negaron a realizar las entregas planificadas para finales de diciembre de 2019 e inicios de enero del 2020”, según declaró el jefe de combustibles domésticos de CUPET, Lucilo Sánchez. También, dijo que, “Cuba busca nuevos proveedores de gas licuado en Europa para sustituir las entregas que los suministradores anteriores se negaron a realizar y esta falla en el contrato las autoridades cubanas la atribuyen al refuerzo en las sanciones de Estados Unidos.”
Entre las medidas adoptadas por el Gobierno cubano está la de ampliar el ciclo de venta del gas licuado; los consumidores de este producto liberado podrán adquirir un cilindro (gas balita o embotellado en bombonas) cada 60 días. Se mantiene la entrega a los consumidores que reciben el gas de reserva (10Kg en cada semestre) y se autoriza la venta de un cilindro cada 60 días.
Según expresa el comunicado “los inventarios que existen en el país no cubren el consumo, por lo que ha existido afectaciones en la venta normada y liberada de GLP y solo podrá garantizarse para los centros que brindan servicios básicos a la población. Se informara a través de cada punto de venta de gas licuado las medidas de reducción del consumo que se aplicaran hasta tanto exista un suministro estable de GLP al país”.
En la población hay mucha incertidumbre sobre este tema, la sociedad se muestra desesperada porque este producto es vital y de uso diario para la cocción de los alimentos.
Con la situación coyuntural anunciada por Miguel Díaz Canel, presidente de Cuba, en septiembre del pasado año, también han vuelto los apagones y la escasez de insumos básicos en los mercados estatales.
En la provincia de Santiago de Cuba se generó el pánico tras conocerse la nota del racionamiento del gas licuado, y largas colas mostraron el desespero entre los pobladores por adquirir hornillas eléctricas a un precio que ni siquiera es asequible a la población. Los precios oscilan entre los 23 y 32 cuc y las mismas se venden rápidamente a pesar de su valor.
Muchos se han obligados a desempolvar los viejos anafres para cocinar con carbón vegetal, recoger el fogón de luz brillante que ya habían votado en el patio de la casa o inventar para volver a utilizar la leña para elaborar los alimentos.
Desde septiembre del año pasado ha surgido una crítica situación con el combustible en el país y a principios de este ha sido insostenible; no solo referente al gas sino también al petróleo y la gasolina. Para los transportistas ha sido una odisea acceder a la compra en los CUPET. Las autoridades cubanas solo señalan culpables pero se estancan en la búsqueda de soluciones.
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