Una tierra sin agua es tierra muerta. Ninguna planta puede crecer en ella. No hay animal, ave, reptil o siquiera insecto que pueda vivir. La existencia para el hombre es imposible.
Cuba se está volviendo un país sediento a causa de las actividades del hombre, el porvenir se encuentra en sus manos. Lo único que se necesita para tener más agua es cambiar los métodos de tratar la tierra.
Si continúa lloviendo la misma cantidad de agua y el hombre tiene menos, debe ser debido a lo que pasa al agua después que ha caído.
La cantidad que llega a los manantiales es utilizada por el hombre, para beber y dar de beber al ganado. Algo de ello llega finalmente al mar.
La parte que llega a los pozos artesianos es también utilizada por el hombre, para beber, para propósitos sanitarios y es empleada en las grandes industrias.
Una cantidad del agua que llega a los ríos es utilizada en la pesca. Puede usar parte de ella para proporcionar electricidad u otra forma de energía. También emplearla para irrigar.
Del agua que ha caído en tierras de pastos, el hombre emplea mucho menos de la que utilizaba cuando había caído en los bosques.
Mientras más rápida corre el agua, mayor cantidad va a parar al mar. Menor proporción es la que el hombre utiliza. Mayor volumen de ella causará daños al correr río abajo.
Aparentemente no ha habido cambios en la cantidad de lluvia que cae en Cuba excepto las esperadas variaciones cíclicas. Pero si ustedes reflexionan de nuevo en lo que hemos dicho que pasa con el agua, fácilmente verán que cada año el hombre tiene menos agua para su uso. Los bosques siguen siendo talados. Se queman los pastizales, o se pastorean demasiadas cabras o mucho ganado en ellos. Se destruyen los millones de minúsculas represitas. Se labran más laderas cada día a favor de la pendiente. Cada vez una mayor cantidad de tierra vegetal se va en los aguaceros hasta que la lluvia cae en la roca expuesta. En cada ocasión tenemos menos lluvia para: cultivar plantas útiles, alimentar manantiales y pozos artesianos, irrigación y obtención de energía.
Y mientras tanto, la población crece. Hay más bocas sedientas. Estas personas tienen más sed, porque con la creciente industrialización se hallan otros muchos usos para el agua. Basta solamente que leamos los periódicos para ver la gravedad del problema. Una ciudad tras otra, en muchas partes, han estado quejándose de gran escasez de agua. Esto se ha inmiscuido gravemente con usos tan esenciales del agua como lo son los servicios sanitarios y de bomberos, para no mencionar el agua potable.
¿Qué puede hacerse para remediarlo? ¿Cómo podemos asegurarnos, todos y cada uno de nosotros, que en nuestra vejez o en la vida de nuestros hijos, no haya que abandonarse grandes extensiones de tierra cubana por falta de agua?
Lo primero que se puede hacer es pensar. ¿Qué significa esto para mí? ¿Cómo uso el agua yo mismo? ¿Cómo la usa mi familia? ¿Cuáles de las cosas que compro dependen del agua para su producción? ¿Qué me pasará, que le sucederá a mi familia si falta el agua? ¿Qué le pasará a Cuba si las grandes áreas que ahora producen mucho alimento se convierten en desiertos? ¿Qué pasará a nuestras ciudades, fuente de gran parte de nuestra riqueza, si no tienen agua para beber, para apagar los incendios, con fines sanitarios, con destino a las industrias? ¿Hay algo que sea más importante que el agua?
Mientras más claramente entendamos el problema, en mejores condiciones estaremos de resolverlo.
¿Qué actividades de los ciudadanos tienen un efecto nefasto en el aprovechamiento de agua?
¿Quema mi gente los bosques y pastizales?
¿Pastorean en esta tierra tanto ganado, carneros y cabras que se destruye la cubierta del suelo? En otras palabras: ¿Estamos mis amigos y yo destruyendo los millones de minúsculas represas que ayudan al agua a infiltrarse en la tierra? (Si lo estamos haciendo no tendremos derecho de quejarnos cuando el preciado líquido escasee).
Pero aquí viene lo más importante: ¿Estamos talando, los bosques que son indispensables para proteger nuestros abastecimientos de agua?
Piensen en estas preguntas y contéstenlas honradamente y sabrán lo que hay que hacer acerca de las aguas.
No las tomen en cuenta, no piensen en ellas, respóndalas sin honradez y sus hijos, las familias, sus gallinas y el ganado van a tener mucha, pero mucha sed. Y el régimen no les resolverá el problema.
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