Por estos días, sin lugar a dudas, el tema de todos los medios de prensa nacionales y extranjeros es el relacionado al coronavirus. Una enfermedad que se transmite entre los seres humanos, a través de las mucosas de la nariz y la boca, que provoca complicaciones respiratorias, y en casos elevados la muerte de quien lo padece. El epicentro de su nacimiento fue la ciudad china de Wuhan, pero no tardó en llegar al resto del mundo, portado por los viajeros que se desplazan por razones turísticas, familiares, de negocios, o de otra naturaleza.
Cuba no ha sido la excepción, y a inicios de este mes de marzo el gobierno dio a conocer la entrada de la enfermedad a la isla, portada por turistas italianos de los cuales uno falleció hace apenas dos días. Desde entonces han ido apareciendo otros casos, todos relacionados de alguna manera con contactos con extranjeros que han visitado Cuba. Teniendo en cuenta esta realidad, varios países han decretado el cierre de sus fronteras, menos Cuba. Cabe preguntarse ¿por qué?
La hipótesis que les traigo a reflexión es la siguiente: Cuba no se encuentra en condiciones de cerrar sus fronteras, no por baja percepción de riesgo, o porque sus gobernantes sean unos ignorantes reacios; lo que no es menos cierto o no dista de la realidad, sino «porque la economía cubana, en gran medida, se sostiene sobre la base del turismo». En otras palabras, cerrar las fronteras significa poner en jaque la economía nacional, y por ende se generaría una crisis interna en el país mayor que la que pudiera generar la enfermedad por sí misma.
Una captura de pantalla a un medio de la web enviada por un amigo así confirma la hipótesis que les traigo hoy en esta reflexión.

Vemos claramente, además, al oficialista medio digital Cubadebate.cu haciéndose eco de esta “teoría científica”, que ha sido desmentida por la Organización Mundial de la Salud (OMS). También percibimos la actitud irresponsable de la agencia turoperadora Havanatur (al servicio de Grupo de la Administración Estatal S.A_ GAESA, y por ende al gobierno cubano) como publica una nota en las redes sociales exhortando a realizar visitas turísticas, aprovechándose de la situación epidemiológica global, en vez de preocuparse por cómo tratar de evadir los contagios dentro de la población cubana.
También resulta inaceptable e indignante ver cómo el máximo directivo del Departamento de Enfermedades Transmisibles del Ministerio de Salud Pública de Cuba, Dr. José Raúl de Armas Fernández, comparece ante los medios de prensa y dice que no es necesario ahora el cierre de fronteras, porque para llegar a ese punto «es preciso que exista una transmisión instalada en el país». Y yo me pregunto ¿es necesario llegar a un punto de propagación incontrolable de la enfermedad para decretar un Estado de emergencia, que propicie un toque de queda necesario y un cierre de nuestras fronteras, que evite la propagación del coronavirus en la isla?
Sucede que no está en sus manos la decisión. Ellos saben que es necesario, pero no lo pueden demostrar porque la orden tiene que llegar desde las altas esferas de mando, entiéndase el Partido Comunista, el Consejo de Estado, el Presidente de la República, y la Asamblea Nacional; máximos irresponsables de que cada día se den a conocer nuevos casos en el país, por no aplicarse las medidas pertinentes y adecuadas para casos como este.
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