Voy por las calles que se hacen parte de mi quehacer cotidiano, me acerco a mi bodega para verificar si llegó el pan del día que antes era para desayunar, ahora es para merendar porque nunca llega en la mañana. Sigo la cuadra y siento de lejos la melodía de un viejo balance, traquear tras algún pedazo de madera roto, mezclando la compañía de sus horas en soledad, las tradicionales novelas de Radio Progreso, de las cuales se acostumbraron nuestros mayores al no tener mejores propuestas entre las estaciones nacionales.
La sorpresa era Angelina, una señora de 82 años que aún conserva su salud mental y física, a pesar de las décadas vividas. Me detengo a saludarla y de paso a buscar la conversación. Quedo fijo admirando aquellas arrugas, entre su piel tan blanca, aquella mirada que se pierde en los recuerdos de tantas historias, y atento cuando comienzan los comentarios de los cuidados por la pandemia, la necesidad de estar en casa y las carencias que vive el país.
Angelina confiesa entretenerse entre el balance por horas, pues su hija trabaja todo el día y queda sola en el hogar. Su entretenimiento, comenta, son las novelas que pone Radio Progreso, una de las pocas estaciones que no está totalmente radiando política y malas noticias, y que pone música de sus años pues las demás son puro modernismo.
Comenta que, para su edad, el gobierno no tiene centros recreativos o de entretenimiento, que le gustaría tomarse una cerveza, no más de una, pero que ya no existen lugares para su edad. Mientras, en su estación de radio favorita, de vez en vez ponen un paso al danzón, a la música instrumental y a los boleros. Pintarse y buscar en su almario aquel vestido que le trae un recuerdo de algún enamorado, son su pasatiempo, o las memorias de alguna salida entre amigas o de algún evento al que asistió en sus años mozos.
La realidad es que cada vez son menos los sitios para las personas de la tercera edad. El Gobierno no visualiza el aumento de este grupo etario de la sociedad cubana, una de las más altas cifras de envejecidos en los países de Latinoamérica. Los hogares de ancianos carecen de higiene, de condiciones, de iniciativas para la atención de los ancianos, y se han convertido en centros hospitalarios.
Las casas de abuelos pudieran ser un poco más motivadoras pero las pocas condiciones, recursos, iniciativas administrativas y la reducción de estas en los municipios hacen que la mayoría no asista, valorando también las patologías de algunas enfermedades que ya a esa edad los consume, la dificultad del transporte y las calles en tan mal estado constructivo.
Todos queremos llegar a una tercera edad, vivir en familia o entre la caricia del viento y la historia, pero la realidad es que nuestros padres o abuelos, cada día cuentan con menos lugares para entretenerse y buscar también su motivación, más que ser los buscadores del pan en la bodega, los medicamentos en las farmacias y las estatuas del hogar. Vuelvo a la realidad con Angelina, proponiéndole su acostumbrado café, sin dejar de lavarnos las manos y estar cuidados en casa, mientras preparo el naso-buco (mascarilla) para volver a mi hogar.
Aunque son tiempos para estar todos en la vivienda, pensemos en el mañana feliz y libre para Cuba, para que nuestros abuelos sientan desde el alma su sonrisa con nuevos espacios para vivir sus últimos años.
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