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Los agricultores y la tierra

Las transformaciones que se han realizado en la agricultura en los últimos 15 años en Cuba han sido innumerables; sin embargo, los resultados no tienen el nivel esperado. En términos productivos, la respuesta a los cambios institucionales y a la creación de mecanismos de mercado aún es insatisfactoria. Estas deficiencias se reflejan en el lento crecimiento de la producción de alimentos, los bajos niveles de rendimiento agrícola, y el insuficiente aprovechamiento de la tierra. De forma general la respuesta es débil en términos de eficiencia y competitividad, cuestión que no preocupa al régimen cubano, subsidiado por el Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP).

Para entender con mayor claridad la temática que se trata, se debe partir del conocimiento de algunas particularidades inherentes a la agricultura. El rasgo distintivo de la agricultura es la existencia de un mecanismo de producción y reproducción de organismos vivos. Para lograr tal fin es necesario un tratamiento diferenciado en cuanto a transportación y almacenamiento.

La existencia de coincidencia entre la reproducción económica y la reproducción natural. La diferencia de otros sectores como el industrial está dada y fundamentada en la capacidad de los organismos para reproducirse y desarrollarse por sí solos. Este proceso natural, en algunos casos acelerado por el hombre, hace que la reproducción económica pueda acomodarse a las condiciones que esta logre.

Para buscar salidas a la problemática cubana, relacionada con los agricultores y la tierra, se requiere que los dirigentes dejen de ver los problemas del sector únicamente como una cuestión de cifras para cumplir. Deben revisar las condiciones para la producción, la rentabilidad, el transporte, la comercialización, el desempleo, los impuestos e impagos de sus ventas al estado.

Se trata, sencillamente, de priorizar los aspectos que siempre han sido desatendidos. Se requiere invertir en la práctica, los valores de conceptualización, y demás. Así lograremos cambiar los efectos, que son francamente negativos. Al alcance de todos está comprobarlos.

Los agricultores se encuentran en este momento enfrentando crisis, pero, en contraste, evidencian una tendencia unificadora, producto del empobrecimiento general. Es preciso que aprovechen esa fuerza coyuntural para lograr una rápida mecanización de la agricultura.  La producción cubana de maquinarias, el montaje de plantas especializadas en la materia que sean propiedad de los mismos agricultores; sin estos requisitos es imposible ser competitivos.

Ésta es una labor patriótica que permite reducir costos y hacer más competitivos nuestros productos. Tenemos en esto un puntal de desarrollo para el presente y el futuro del campo cubano. En la misma proyección, el avance del agro nacional es beneficioso para la industria, la banca, el comercio y los trabajadores.

Es imposible proyectar el sector agrario sin hacer con la mecanización, como se dijo anteriormente, con base en la producción cubana de maquinaria. Esto es igual a “querer arroz sin contar con la olla”. Estamos ante un tabú absurdo, que se ha mantenido a lo largo de lo que va de siglo. No debemos desconocer que la agroindustria es el potencial fundamental de la economía y el desarrollo de un país eminentemente agrícola. Los cubanos tenemos esa veta agropecuaria, ¿por qué se encuentra tan descuidada? EE.UU. y Japón la cuidan y defienden como una niña bonita.

Tampoco hay que obviar el hecho de que en el campo cubano los agricultores están siendo afectados: devaluación de propiedades, baja calidad de vida, presión del gobierno, falta de insumos, combustible, semillas y hasta de dinero. Sumado a estos problemas está la carrera degenerativa de los recursos naturales: bosques, aguas, capas vegetales, fauna, flora, aire, microrganismos, y del ecosistema en general. Y qué decir de la tecnología; mientras los países industrializados van a pasos supersónicos, nosotros avanzamos a paso de tortuga, ampliando la brecha, cuando deberíamos ir cerrándola.

Lo antes expuesto me lleva a tener una inquietud, que quizás sea también la de ustedes. ¿Quién puede mostrar la infraestructura agropecuaria nacional sin escandalizarse? Al final, de toda crisis surgen alternativas de solución que proyectan desarrollo. Toda derrota o fracaso es posible transformarlo en triunfo cuando en la dirección hay individuos competentes y comprometidos, no los personeros de la dictadura.

Abel Hernández

Licenciado en Biología por la Universidad de La Habana con máster en Ciencias de Ecología y Sistemática Aplicada por el Instituto de Ecología y Sistemática de Cuba. Ha trabajado como director del Museo de Historia Natural de Sancti Spíritus, Jefe del Área de Investigación Cultural Dirección Provincial de Cultura de Sancti Spíritus, profesor universitario con la categoría de Auxiliar. Obtuvo Premio en Divulgación Científica en los Concursos Nacionales Pinos Nuevos 1999, La Edad de Oro 2001, La Rosa Blanca 2002 y 2006, y La puerta de papel 2008; y Sendero de Luz 2009, 2010 y 2015, de la Biblioteca provincial Rubén Martínez Villena por haber sido el escritor más leído en 2008, 2009 y 2014.

Correo: pronaten2015cuba@gmail.com

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