Mucho se ha hablado y realizado, interna y externamente, por ver consolidada una democracia verdadera en la isla de Cuba. Cubanos dentro y fuera del país, diplomáticos, políticos, religiosos, y amigos de esta tierra, cada cual, desde sus posiciones y visiones, han dado su parecer respecto al asunto de ver realizado el sueño de una patria verdaderamente libre; donde esté consolidado un auténtico y funcional Estado de derecho y justicia social.
El pueblo cubano no ha vivido nunca en tranquilidad si de economía, justicia, democracia y libertad se habla; así como tampoco conoce vestigio de desarrollo porque cada uno de los presidentes que ha tenido Cuba han manipulado las situaciones en su favor, siempre pensando en sí mismos, en sus ideas, en sus proyectos de país, en sus planes de desarrollo, mientras que el país y su gente común ha quedado relegado a segundos y terceros planos.
Varias veces me he detenido en pensar, cómo pudiera Cuba y su pueblo maltratado, salir de ese túnel sin salida, y ver definitivamente realizado ese sueño común de un país desarrollado, próspero, justo e inclusivo. Siempre llego a la misma conclusión. No depende solamente de la existencia de una oposición al gobierno dictatorial existente; tampoco de una ayuda militar externa, que en la historia de Cuba demostró no ser la solución a nuestros males.
Depende, en mi opinión, de solo dos factores que han de combinarse: por un lado, debe morir la generación de dictadores que con sus sueños utópicos han secuestrado la libertad cubana en más de medio siglo; y por el otro, debe ponerse fin al embargo financiero y comercial que impone el Gobierno de los Estados Unidos a Cuba.
Si nos detenemos a analizar esta visión particular, vemos como ya están dándose las condiciones y primeros pasos para que ocurran estas circunstancias. En primer lugar, y de forma inevitable, están muriendo varias de esas personas que constituyen “la cúspide de la Revolución”; ya murió el líder fundamental de la desgracia, mucho antes lo hizo el comandante Juan Almeida y fieles borregos, mientras que el resto del cónclave son personas veteranas que sobrepasan todos los 80 cumpleaños.
Por otro lado, la posible salida presidencial en los Estados Unidos de América de un representante demócrata de la talla de Joe Biden, pudieran ser la combinación perfecta para ver realizado ese sueño de libertad verdadera para Cuba.
Recordemos que Biden fue vicepresidente del único gobernante norteamericano que ha visitado Cuba, en décadas de relaciones tensas entre ambas naciones, y tal vez pueda aliarse a la idea de su amigo de fórmula presidencial, que antecedió al actual jefe de la Casa Blanca.
Varios líderes de oposición en Cuba no estuvieron de acuerdo con este acercamiento histórico, y lejos de analizar las posibilidades para una Cuba libre, solo se fijaron en el hecho objetivo del acercamiento entre el gobierno estadounidense con el régimen cubano.
Para hacer un análisis de lo que ocurrió en ese corto período de tiempo, este acercamiento realizado de manera inteligente por el entonces presidente Barack Obama al pueblo cubano, dejó sin palabras a los gobernantes de la isla.
El discurso invariable en contra “del imperialismo yanqui” se vio hueco durante todo ese tiempo, y fue la primera vez que ocurrió, al menos por petición del gobernante norteño, un reconocimiento a las clases y sectores emprendedores y de oposición existentes. Todo ello ligado a una reducción significativa de las leyes que constituyen el fundamento del embargo comercial y financiero a Cuba.
Por si no se fijaron algunas personas, el régimen de La Habana ya se había quedado sin su argumento histórico. Por esos días el Gobierno de Estados Unidos fue amigo; y el embargo, que ha sacado de apuros a unos cuantos ineficientes jefes de la dictadura, había perdido su esencia letal.
Se resquebrajó el teatro de los discípulos de Carlos Marx, y nunca antes el pueblo cubano estuvo tan cerca de un inicio feliz. Sabemos que lo ocurrido no agradó a gran parte de los cubanos dignos radicados en la Florida, pero en este caso, lo que no se analizó es que el fin justificaba los medios, y que ese presidente negro, cuya inteligencia y talento le valió ser alumno de una de las universidades más prestigiosas de los Estados Unidos, estaba logrando lo que otros no pudieron (doblegar a las ratas de la dictadura cubana).
Para concluir esta primera parte, me gustaría que quedara la idea de que derrumbar el embargo es la salida para una Cuba libre. Los dictadores irán cayendo uno por uno cuando los cubanos, llenos de dinero en sus bolsillos, puedan viajar como cualquier otro ciudadano del planeta; visitando los ejemplos de otras formas de gobierno y anhelando para Cuba, a modo de importación de saberes, esos ejemplos de democracia verdadera.
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