Foto referencial
La historia del dólar en Cuba ha sido la de nunca acabar y el episodio que se está viviendo ahora no es el final. Parece una de esas novelas argentinas que cuando todo parece indicar que termina, un giro dramático de los acontecimientos depara otra ensarta de capítulos promisorios para que “te enganches”.
Después de haberse penalizado la tenencia de dólar en Cuba, con prisión inclusive, durante los años de esplendor y consorcio con los soviéticos, la moneda norteamericana volvió a recorrer las calles antillanas. Fue en los años 90, como tabla de salvación de una maltrecha economía que no tuvo otra salida que abrirse al turismo y al envío de remesas. La tasa de cambio llegó a alcanzar los 150 pesos.
Luego de sacar al país de un inminente colapso económico por sus infinitas deudas (la mayoría condonadas o renegociadas recientemente), en 2004 entró en escena el CUC. Bono al fin y sin respaldo económico, tendría una equivalencia de 1×1 con el USD para distorsionar aún más nuestra paupérrima economía.
El CUC inauguró la dualidad monetaria con dos tasas de cambio y la abismal diferencia de 25 pesos entre una y otra. Por supuesto que al pueblo le tocó perder cuando su trabajo fue valorizado en 18 CUC mensuales, o sea, mucho menos de 1 USD al día. según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), 2013.
Esto hundió aún más los pocos renglones que se mantenían con cierta vitalidad, sobre todo el de la industria azucarera con el cierre de más de 50 centrales. Se comenzaron a importar productos y mercancías del exterior (incluso azúcar), aumentó la dependencia del turismo y también la exportación de servicios y, en menor medida, del níquel, el ron y el tabaco. Todo esto imposibilitó, a lo largo de 15 años, el anhelado y prometido despegue, así como un cálculo serio y preciso de la eficiencia de las empresas y de la economía cubanas.
Desde el pasado año volvimos a ser partícipes de una nueva temporada de esta novela con la apertura de tiendas en MLC. El mismo perro con otro collar.
Asfixiados por el supuesto recrudecimiento del bloqueo y las deudas con los socios y prestamistas, todo ello agravado por la crisis económica internacional sumida en una la contracción por la situación sanitaria que vive el mundo, al régimen no le quedó más recurso que devolverle al dólar el papel protagónico que nunca ha dejado de tener.
Sucede que ahora el escenario es más complejo para el pueblo trabajador, pues su uso se hace efectivo única y exclusivamente a través de tarjetas magnéticas, siempre que tenga familiares en el exterior o viaje, dado que en la isla su circulación escasea, el Estado no lo facilita y su valor en el mercado negro se ha duplicado.
Resulta inhumano que equipos electrodomésticos para los que ahora no existen piezas de repuesto (ollas arroceras y ollas multipropósitos) y productos de aseo de primera necesidad (jabones, detergentes, desodorantes, aceite y pollo) que antes se vendían en CUC, estén “muertos de la risa” en este tipo de tiendas. Sin embargo, el obrero que recibía estímulo en CUC y no tiene USD, no tiene más remedio que esperar a que surtan, por ticket o libreta de abastecimiento, las tiendas que expenden en CUC, y que se encuentran totalmente desabastecidas.
La unificación monetaria, la eliminación de subsidios indebidos y la reforma salarial y de precios, no han hecho más que agudizar el contexto cubano en el que los precios de productos se han disparado anticipadamente de forma alarmante con ascensos que van entre 1 y 10 veces su costo inicial. A ello se suma que el aumento salarial es de solo 4.9 veces el actual.
Y como si se tratara de una situación coyuntural, el Estado pide confianza en la Revolución, la misma que en 60 años ha llevado al pueblo a la miseria en que vive.
Comentario