Imagen tomada de Periódico Cubano
Muchos cubanos en la isla se preguntan si el país podrá salir de la aguda recesión económica que intenta resolver el gobierno estimulando la productividad con la tarea “ordenamiento”.
Tras la estruendosa caída del 11 % del PIB en 2020, Alejandro Gil, ministro de Economía, vaticinó un dudoso crecimiento de entre el 6 y el 7 % para este año y el siguiente, “suficientes para no renunciar a las metas trazadas en la Segunda Etapa del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social 2030”.
Sin embargo, la realidad dista mucho de sus previsiones. Varios son los efectos negativos que atentan contra el supuesto despegue. El más latente, es el rebrote de la COVID-19, que marcó picos muy altos en diciembre. Ello trajo como consecuencia la notable reducción de la entrada de vuelos y pasajeros al país, en la llamada “temporada alta” del turismo.
Los ingresos por esta vía son imprescindibles para la revitalización de la economía, aunque se espera que sea a partir del 3er trimestre de 2021. El pronóstico del país es de 2.2 millones de turistas, muy por debajo de los 4.5 alcanzados en 2019. Esa cantidad dejará, cuando mucho, mil millones en bruto. Recordemos que, por cada dólar, 50-60 centavos salen al extranjero para el reaprovisionamiento de la industria hotelera, por lo que hablamos de ganancias por solo de 400-500 millones.
Otra de las más importantes fuentes de ingreso, a pesar de las prerrogativas de Trump, siguen siendo las remesas, los paquetes y las visitas de cubanos a sus familiares. Y aunque el estado cubano se las ingenia para estimular recargas telefónicas, envíos de comida y pagos de la factura eléctrica desde el exterior, se espera que las remesas decaigan un 40 % en comparación con los 6.7 mil millones anuales recibidos en 2019.
La exportación de bienes y servicios estará por debajo de mil 500 millones de dólares (75% de lo alcanzado en 2019). La cifra de galenos que prestan servicios en misiones, ha decaído en 9 mil, pues cada vez son menos los que arriesgan su vida por un mísero 20% del negocio.
La producción agropecuaria, indispensable para sustituir importaciones y calzar la alimentación, seguirá limitada por la carencia de fertilizantes y plaguicidas, así como por el déficit de fuerza y equipos de trabajo. La zafra, que fuera nuestro principal rubro, inició muy tarde y molerá con una treintena de centrales que difícilmente rebase el millón de toneladas.
La disponibilidad de combustible está sujeta a la situación en Venezuela y, por ello, seguirá limitada, pudiendo afrontarse contratiempos que serán solventados con apagones y reducciones de transporte público. Eso, sin sacrificar la reexportación del crudo venezolano con el que ingresan otras divisas. Con Hugo Chávez se recibían anualmente 38 millones de barriles.
La tarea “ordenamiento” agravará todo este panorama al acelerar la inflación que se venía produciendo en el país por la escasez de productos y servicios. El pueblo sufrió una notable devaluación de sus ahorros y elevó el costo del dólar, necesario para acceder a las tiendas en MLC.
Cuba necesitará aproximadamente 20 mil millones de dólares en 2021 para evitar el colapso de su economía, pues importa un 80% de lo que se consume. Los ingresos netos oscilarán en el orden de los 12-14 mil millones. Pero el truco viejo se mantiene: nada de malas noticias, sino buenas, aunque sean falsas. Por ello, al ministro de Economía no le quedó más remedio que afirmar que en 2021 se producirán más alimentos que en 2020, con un incremento del 12% de las importaciones, del cual un 37% será en alimentos y combustibles y un aumento del 19% en los ingresos en divisas.
Las informaciones estatales son contradictorias pues el ministro de la Agricultura resaltó que “debido al déficit de divisas, fertilizantes, combustibles y el paso de las tormentas tropicales, se ha comprado y cosechado menos arroz, frijoles, plátanos, tomates, carne de cerdo, leche, pan y huevos”. En fin, con respecto a 2020, un pronóstico nada halagüeño ni aleccionador.
Seguiremos endeudándonos, pues tampoco tenemos acceso a créditos al dejar de pagar los intereses de la deuda renegociada con el Club de París o mendigando el dinero de Caracas y Moscú. Y ojo, hasta Rusia se ha percatado del desastre en la economía de la isla y ha suspendido 50 de los 60 proyectos planificados.
Con tal sistema, Cuba no saldrá de la pobreza extrema en que vive. Se necesita urgentemente reformar las estructuras que estimulen, sin trabas, la actividad económica privada; desatar las fuerzas productivas; un mercado de oferta y demanda; y autonomía de precios y empresa. Solo entonces podremos mirar el futuro con cierto optimismo.
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