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Cuba, ¿obligatoriamente comunista?

Cuba: (…) pongo mis manos en la cabeza, cierro los ojos y me pregunto… ¿hasta cuándo? ¿hasta cuándo tendremos que tolerar tanta mentira?

Desde niño siento el discurso entrar por mis oídos como el canto de una nana. Actores y personajes de la fantasía hablándome de la Sierra Maestra, del Che, de la “generosidad” de Fidel Castro, de la magia y las maravillas de la Revolución de 1959.

Despertar con una estación de radio y sentir un guión manipulado por el Estado y su política, donde locutores y actores siguen las palabras que alguien les obliga a decir, muchas veces sin creer ellos mismos en su mensaje.

Vamos creciendo, y la escuela vuelve a ser el mismo instrumento musical que repite lo que ya escuché en mi infantil programa de radio o televisión. Los profesores o como decimos primero: “la maestra”, me impone consignas, matutinas, actos políticos por cuanta fecha fuera de lugar se le ocurrió a alguien decir que era importante, y por cuanto hombre se murió, sin hacer nada justo.

Llegó el escalafón, el otorgamiento de carreras, y aún con cien puntos de acumulado, los comunistas van delante, los más políticos, los que más cantaron el himno, los que más dijeron “¡viva Fidel y Raúl!”. Esos marcan la diferencia en una Cuba, obligatoriamente comunista.

Llegó el tiempo para trabajar. El código de trabajo de la República de Cuba, en su sección primera disposiciones legales en su ARTÍCULO 2 expone: “Los principios fundamentales que rigen el derecho de trabajo son: a) el trabajo es un derecho y un deber social del ciudadano y los ingresos que por él se obtienen son la vía fundamental para contribuir al desarrollo de la sociedad y a la satisfacción de sus necesidades personales y familiares”.

Mientras en inciso siguiente dice:  b) “igualdad en el trabajo; todo ciudadano en condiciones de trabajar tiene derecho a obtener un empleo atendiendo a las exigencias de la economía y a su elección, tanto en el sector estatal como no estatal; sin discriminación por el color de la piel, género, creencias religiosas, orientación sexual, origen territorial, discapacidad y cualquier otra distinción lesiva a la dignidad humana”.

Pero la realidad es que detrás de una solicitud para una plaza, llegan mil investigaciones a los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), tu barrio, donde el que hace el papel de detective, quiere saber desde tu nacimiento, a los desfiles que fuiste, la emisora que escuchas y hasta a la hora que vas a buscar el pan a la bodega: (establecimiento donde se venden los alimentos y otros recursos). Por lo que ser empleado o no, también va respaldado a la actitud política y no a un derecho ciudadano.

Mezclo todos estos pensamientos en una larga caminata al fallar una vez más, la ruta de la guagua que me lleva hasta casa, y me percato que, por cada 50 metros, encontraba pancartas y murales revolucionarios, consignas y mil imágenes de héroes y mártires del martirio.

Con más de 6 décadas de régimen en Cuba, el Estado no ha podido tener una estabilidad en la problemática de la vivienda, la alimentación, el empleo, servicios de calidad para la educación y la salud, los salarios y los costos, que hoy son un hervidero en la sociedad y en el estado de opinión del pueblo. Entonces invierten los presupuestos en imágenes, discursos y monumentos de simbología política.

Entre mi niñez, la radio, la escuela, el empleo, mi barrio, los servicios, la cotidianidad, las necesidades, la Covid-19, las carencias…, pongo mis manos en la cabeza, cierro los ojos y me pregunto… ¿hasta cuándo? ¿hasta cuándo tendremos que tolerar tanta mentira? Sin poder alzar las voces y lograr una verdadera Libertad.

 

 

 

 

 

Juan Miguel Fernández

Coordinador del proyecto de comunicación independiente Palabras Abiertas y Cuba Comenta. Bloguero y periodista independiente. Auditor de profesión.

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