Foto tomada de ADN Cuba
Según ha afirmado, recientemente el Ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil Fernández, ya se comienzan a ver los resultados “positivos de la tarea ordenamiento”. Pero el indicador que toma el ministro para llegar a esta conclusión es el creciente número de cubanos que, desde inicio de año, se dirigen a las entidades del Ministerio de Trabajo en busca de empleo. Sin embrago, la oferta de trabajo y la capacidad del sector estatal para crear empleo, parece ser un punto y aparte, pese a generar inquietudes en la ciudadanía, para las que el gobierno no parece tener respuestas.
El mercado laboral en Cuba, probablemente, está atravesando por la peor crisis de toda su historia. El panorama no es nada halagüeño. A la implementación de malas políticas económicas, se ha sumado la recesión causada por la Covid19, lo que complejiza el panorama de una nación que, mucho antes de la pandemia, ya estaba sumida en una profunda crisis. A esto se suma la implementación de la “tarea ordenamiento”, que viene acompañada de la eliminación de los «salvatajes económicos» a empresas poco o nada rentables. Una medida que, a mediano plazo, llevará a la ruina a un sector económico del país, generando un aumento significativo en la tasa de desempleo.
Pese a lo ríspido que se avizora el 2021, los medios siguen creando un enfoque surrealista, donde muestran un país en el que todo marcha en “orden” y llueven a cantaros las ofertas de trabajo.
En cambio, cuando nos acercamos a algunas de las oficinas del Ministerio de Trabajo, el panorama es totalmente diferente al que se refleja en los medios de prensa oficialistas. Un ambiente desolador y un clima de incredulidad es lo único que se observa y respira en los viejos inmuebles; casi todos, expropiados por la otrora revolución.
Policías y más policías; esa fue la respuesta ofrecida por Luis Rizo Pedré, un ciudadano de Santiago de Cuba, que lleva más de 8 meses asistiendo a las oficinas de la entidad. Luis, que se graduó hace algunos años como licenciado en comunicación social, comenta que jamás ha podido hacer valer su título, pese a que ha hecho hasta lo imposible por conseguir una plaza en su profesión.
En tal sentido, la gota que desbordó la copa, fue una convocatoria que el sábado 19 de enero apareció en el semanario Sierra Maestra de la ciudad Santiago de Cuba. Se buscaban personas del sexo masculino, entre 18 y 35 años, para un curso de reeducador penal en La Habana. En los 5 meses de duración del curso, recibirían un “estipendio” de 4 mil pesos (poco menos de 170 dólares mensuales). Al concluir, serían ascendidos a suboficial del Minint, con un salario básico de 6 mil 690 pesos (280 dólares mensuales), además de otros pagos por condiciones de trabajo. Esta cifra, representa el doble de lo que ganaran muchos profesionales, con el nuevo reordenamiento económico.
Reforzar el organismo represor, parece ser la apuesta del sistema, ante el aumento de las protestas y el creciente descontento ciudadano. La amenaza que representa el auge de una sociedad civil paralela e independiente hace que, garantizar los organismos de represión, sea una prioridad por encima del factor económico. Ese es el único empleo que genera hoy un país con una infraestructura industrial obsoleta y decadente. Un país que, durante más de 60 años, ha mantenido la economía cautiva de la demagogia chovinista, y de las promesas de una soberanía alimentaria, que aún no logran materializar en la práctica.
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