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Cuba: Ahora es difícil “jinetear”

Claudia era la más encantadora y promisoria arquitecta en formación de Camagüey. La había conocido en un intercambio de facultades, allá por el año 2011. Claudia, por supuesto, es su nombre de trabajo, adoptado por seguridad.

Imagen tomada de Somos Más Cuba

“Eso es lo que da aquí. Dejé la facultad en cuarto año y vine a vivir para La Habana. En cada noche no me bajaba de los 100 CUC -2500 pesos cubanos-; pero ahora la cosa está fea”.

Me quedé perplejo al leer esas palabras en WhatsApp. Buscaba una historia para contar y tropecé con Claudia. Claudia era la más encantadora y promisoria arquitecta en formación de Camagüey. La había conocido en un intercambio de facultades, allá por el año 2011. Claudia, por supuesto, es su nombre de trabajo, adoptado por seguridad.

“No me da pena decírtelo porque tenemos confianza; pero aunque me avergüenzo de lo que hago, gracias a eso he podido comprar de todo: una moto eléctrica, un televisor de 60 pulgadas, la lavadora esa que lo hace todo, microondas, computadora… Eso sí, solo lo hago con turistas porque los cubanos son muy tacaños. Si te pagan más de los 500 pesos, es un milagro”, reveló. Contrario a ella, yo terminé mis estudios y me gradué. Y no tengo nada.

Debido a las medidas de confinamiento que ha decretado el gobierno producto a la pandemia del Covid-19, Claudia lleva varios meses sin trabajar. Vive como estropajo en un cuartico de Centro Habana, junto a su esposo e hijo. A finales de cada mes debe pagar 40 USD o Euros. “Ahora no son mil como antes, son 2 mil y más, porque el dólar está a 50 pesos y sube todos los días”, se lamentó.

En La Habana, con la llamada tarea ordenamiento impulsada por el gobierno cubano, los precios se han disparado. Me contó que no sabe qué hacer. El arroz no le alcanza; por la calle no hay, y si lo encuentra, es a 60 pesos la libra.  “La carne está como a 100 pesos, y hasta el pan se pierde a veces. Como no tengo libreta de abastecimiento porque soy de otra provincia, todo se hace más difícil. El niño no está yendo a la escuela y mi marido está sin trabajo”, dice.

Sobre la separación del trabajo y la vida íntima dijo:  “Mi marido no es mi chulo -proxeneta-. Él no se mete en nada. Cuando nos conocimos, yo estaba en esto y tenía mi niño, así que entendió. Ni yo le pido dinero, ni él me lo pide a mí. Cada cual lucha lo suyo. Él también es de provincia y teníamos claro que había que ponerse para comprar una casita; pero con esto de la pandemia, no nos dio tiempo. Nuestros ahorros de estos 6 meses se han venido abajo” contó.

“Ahora es difícil jinetear. Estoy pensando salir y ver si pesco algún cubano hasta que esto abra (el turismo), porque para Oriente no regreso.

Su principal objetivo es irse del país. Por eso anhela que vuelvan aquellos tiempos en que siempre existía la posibilidad de enamorar algún yuma -extranjero- que viera en ella el “amor de su vida”. Ha sido la vía por la que muchos cubanos han salido del país y luego han reclamado a sus familiares y seres queridos, aunque resulte difícil decantar quiénes lo han hecho por interés y quiénes por verdaderos sentimientos.

“Trabajar aquí tiene su cosa. Hay que hacerse de muchas relaciones para que no te echen pa´lante ni te pongan el ojo encima. Aunque es normal, todos no lo ven bien y tampoco puedes hacerlo al descaro”, añadió.

Claudia no está con cualquiera. Antes de que llegara la pandemia de la COVID-19, tenía clientes fijos, extranjeros que entraban con frecuencia al país. Clientes que la recomiendan y que contactaron con ella gracias a los perfiles y fotos que cuelga en sus redes sociales.

Mientras su juventud y belleza duren, Claudia piensa explotar su encanto y seguir viviendo. Dice que en Cuba “no se vive, sino que se sobrevive”.

Para nadie es un secreto que Cuba se ha convertido en un atractivo turístico no solo por sus playas y sol, sino también por el complemento sexual que ofrece a bajos precios. Desde los ´90, la isla no ha dejado de venderse como un “paraíso de placeres”. Treinta años después, la realidad es la misma: si quieres calzar, vestir y comer, debes mendigar dólares. Mendigar, al igual que viajar y emigrar, se ha vuelto requisito indispensable para no perecer en este socialismo “próspero y sostenible. Claudia es un vivo ejemplo de ello.

Eddy Delgado

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