Imagen tomada de Diario de Cuba
El campesinado es uno de los sectores más sacrificados y productivos de nuestro país. Sin embargo, eso no los hace ser los más favorecidos en cuestión de buen vivir, ni siquiera en cuanto a los insumos que necesitan para sus faenas. Las personas que se dedican a las labores del campo están altamente marcadas por las desatenciones de las entidades estatales, y carecen de cualquier tipo de libertades. Sumamos a ello el dominio prepotente que ejerce el gobierno sobre ellos. No cuentan con la autonomía necesaria para producir alimentos libremente, tanto para ellos como para la población, lo cual los convierte en mano de obra esclava dentro de Cuba. Son “perfectos blancos” de la miseria y la insalubridad.
Un ejemplo de ello es el caso de Ediel Márquez Sánchez, uno de los tantos cosecheros de tabaco del municipio San Juan y Martínez, en Pinar del Río. Él nos ha concedido esta entrevista, a tono con la realidad que viven ellos, a pesar de ser los que más aportan al país en materia de divisas.
El tabaco de esta región, por su calidad, es un rublo exportable y de alta demanda en el mercado internacional. La triste historia de este campesino nos acerca a los demás que sufren los mismos efectos de un régimen autoritario; que les impide hacer hasta las cosas más sencillas en el pedazo de tierra que trabajan.

¿Desde qué edad comenzó a trabajar la tierra, y cómo fueron esos inicios para usted?
Desde que tenía unos 10 años de edad mi padre y mi abuelo me llevaron para la vega y ahí comencé a trabajarla junto a ellos. Pasando millones de percances que todavía no ha cambiado nada. Tengo ahora 24 años y no los aparento; cualquiera piensa que tengo 40 años o más. Eso da la medida de cuanto acaba la tierra con el hombre, sobre todo porque vivimos con mucho estrés, mucha presión del gobierno, y no tenemos con qué trabajar. Todo lo hacemos “a pulmón”.
¿Con qué los asiste el gobierno a ustedes los campesinos, productores de tabaco de exportación; mediante las cooperativas estatales?
¡En nada!, en las cooperativas lo único que nos dan son órdenes, todo es obligado. Fuera de eso solo nos venden algún saco de abono, “cuando hay”, y las posturas de tabaco para sembrarlas, solo eso. Todo lo demás lo tenemos que inventar nosotros mismos: bueyes, arados, cultivadoras, peines para peinar la tierra, todo. Los campesinos somos esclavos de este gobierno. No nos dan nada para trabajar y encima de eso estamos obligados a sembrar lo que ellos quieran, y vendérselo solo a la cooperativa que paga un valor muy bajo por el tabaco que sembramos. No tienen en cuenta todo el trabajo que pasamos, ni lo que hayamos invertido en la cosecha. Es in-entendible que los campesinos no nos alcance el dinero para nada, que no tengamos alimentos para comer aun teniendo una vega. Esta es la amarga realidad que vivimos, sufrimos y padecemos, porque el gobierno no ve en nosotros “personas”, sino instrumentos, mano de obra esclava.
Además de tabaco, ¿Qué otro producto les permiten sembrar?
¡Ningún otro!, porque en las cooperativas nos dicen que hay que garantizar el tabaco para exportar, y que las tierras de tabaco son solo para ese cultivo. Algunos campesinos nos arriesgamos y dejamos un pedacito de tierra y la sembramos de yuca o boniato para tener algo de comer; pero no se debe hacer. Además hay que venderle la mayor parte a la cooperativa; si sembramos algo de esto que debe hacerse fuera de temporada de tabaco.
Yo quisiera sembrar comida también, y vendérsela directamente al pueblo, pero no podemos. Tenemos que vendérsela a la cooperativa obligado, o nos imponen multas, nos pueden quitar la tierra, y podemos hasta ir presos. En estos momentos tengo sembrado un poco de yuca en un pequeño pedazo de tierra, no puedo sembrar más nada porque no hay condiciones para sembrar. Además que no nos dejan, porque lo que quieren las cooperativas es que sembremos tabaco, que el pueblo se muera de hambre y que coma tabaco.
¿Quisieran ustedes que las cooperativas fueran independientes? ¿Por qué?
He pasado toda mi vida trabajando la tierra, cultivando tabaco en mayores cantidades. Algunas veces, y en menores proporciones maíz, yuca, arroz, frijoles, en diferentes tierras a negocio con otros campesinos, pero no tengo nada; nada ni para darle al hijo mío. Lo que nosotros los campesinos quisiéramos es que tuviéramos propiedad de las tierras, que fuéramos dueños de ellas; sembrar comida libremente y vendérsela al pueblo sin intermediarios, como los monopolios de las cooperativas estatales que nos tienen como esclavos, no queremos estar sujetos a ellas. Queremos ser los dueños de nuestro ganado y tener la libertad de comernos alguno cuando queramos, o cuando lo necesitemos, como en estos tiempos que no hay nada de comer.
¿Cómo ha afectado al campesinado el reordenamiento económico?
Eso es todo lo mismo; nosotros no vemos ninguna ayuda ahí. Varios campesinos, igual que yo, pensamos que podíamos exportar algo y acabar de salir de la miseria, pero no es así. La cooperativa decide quién es el que puede o no exportar. Los que cosechamos tabaco quisiéramos venderle directamente el tabaco a alguna compañía extranjera interesada y que nos pague bien. Queremos tener libertad para trabajar, producir y vivir con dignidad y prosperidad.
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