Imagen tomada de Acn.cu
El Movimiento Ecosocial “Protegiendo la Naturaleza y el Entorno” (ProNaten-Cuba), está compuesto por un grupo de activistas que, desde la sociedad civil cubana, salvaguardan las zonas verdes del país. Ellos han observado con impotencia cómo se va reduciendo la superficie boscosa de la isla a expensas de maniguas, plantaciones forestales y arboledas.
Cuba es un país de paradojas. Mientras se afirma que ha incrementado su superficie de bosques, las fotos satelitales demuestran la creciente fragmentación de las masas boscosas, sobre todo la de los bosques insulares que se encuentran en las zonas montañosas. Esto se debe a la extracción selectiva de maderas preciosas, la minería a cielo abierto y los incendios forestales en el período seco del año.
Según el Ministerio de la Agricultura (MINAG), el índice de boscosidad del país ha llegado a un 31.49 %, con tendencia al incremento. El crecimiento se debería al fomento de nuevas áreas de bosques mediante plantaciones forestales, el mejoramiento de la capacidad productiva de la masa forestal con fines madereros y la construcción de trochas contra fuego.
Sin embargo, una de las proyecciones que destaca en la agenda del MINAG respecto a la cobertura boscosa de la isla, es ajustar la actividad forestal a las demandas de la industria. Por esto se eliminó el concepto de reforestación masiva de la agenda de trabajo, lo cual afectó grandemente al voluntariado ecológico.
Las autoridades buscan a toda costa la tecnificación de los procesos, para incrementar la productividad y la calidad de la actividad extractiva. El propósito es garantizar el suministro de madera a las diferentes esferas de la economía. De esta manera se desarrollaría la producción de bienes forestales, mediante una llamada silvicultura intensiva, además de incrementar la introducción de especies exóticas tomando en cuenta los objetivos del uso de la madera. En cambio, esta política dejaría en la lista de espera a las especies autóctonas, endémicas y amenazadas de extinción.
Respecto al tratamiento que reciben las áreas boscosas que son explotadas en la minería, se sabe que las empresas mineras nunca cumplen con los planes de reforestación asignados a sus respectivas brigadas. La actividad en estos lugares degradados requiere de la adición de suelo enriquecido con materia orgánica que no siempre se encuentra disponible.
Se estima que cada año en el territorio nacional se talan unas 3 000 hectáreas. En ellas se incluyen las relacionadas con la explotación de zonas mineras a cielo abierto en el país.
La voracidad del fuego es otro aspecto a tener en cuenta. La inmensa mayoría de los incendios forestales en Cuba tienen lugar en el período crítico entre los meses de enero y mayo. De acuerdo con los expertos, estos eventos aumentan su ocurrencia por la combinación de condiciones climáticas y meteorológicas que los propician: intensos períodos de sequía, elevadas temperaturas, baja humedad relativa y fuertes vientos. No obstante, en el 90 % de los casos es el hombre quien desencadena el desastre.
Entre las principales causas de incendios en Cuba se encuentran las quemas con fines económicos, el tránsito de vehículos, maquinarias agrícolas y forestales sin matachispas, la indolencia de cazadores y pescadores furtivos, los fumadores irresponsables y la castración de colmenas.
Un ejemplo conocido es el de la zona de Ojito de Agua, en el Parque Nacional “Alejandro de Humboldt”, que ardió durante días sin que los equipos de extinción pudieran sofocar los numerosos incendios que la afectaron. En Cuba se afectan anualmente por incendios entre 3 000 y 4 000 hectáreas del patrimonio boscoso.
El extraordinario tesoro que representan los bosques cubanos, está seriamente amenazado a expensas del detrimento de la biodiversidad natural de la nación.
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