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“Platos vacíos en la cena cubana de fin de año”

En la actualidad, los ciudadanos se ven obligados a adquirir los artículos, incluidos los de primera necesidad, en el mercado informal, donde no existe la menor racionalidad entre coste y producto

Imagen tomada de Cubanos por el Mundo

Cuando pensamos en las celebraciones de fin de año en Cuba, lo primero que imaginamos son los ricos platos tradicionales que se acostumbran preparar y degustar en familia. Vienen a la mente varias opciones, pero fundamentalmente, los sabrosos moros y cristianos o congrí, como más se conoce; los tamales (o hayacas para el oriente del país); los tostones de plátano; las ensaladas; los dulces y por supuesto la carne de cerdo; pues suele ser el plato principal en los típicos asados de estas fechas. Sin embargo, desde hace varios meses la mayoría ha renunciado a la compra y disfrute de dicho producto, por su precio excesivo en toda la isla.

Si bien es cierto que en los últimos días de diciembre el costo de este cárnico aumentó debido a la alta demanda, en todo el 2021 los cubanos sufrieron su carencia, debido a que su valor experimentaba ascensos semanales en casi todo el territorio. Ahora mismo, una libra de cerdo ronda los 250 pesos (o 10 USD por la tasa de cambio oficial, 1X24) en provincias orientales como Santiago de Cuba, cuando a finales de 2020 no superaba los 50(2 USD). No obstante, en la Habana, la misma porción cuesta 300 pesos y más en zonas céntricas.

Cabe destacar que el aumento desproporcional de los precios en Cuba, no solo impacta en la carne de cerdo. En la actualidad, los ciudadanos se ven obligados a adquirir los artículos, incluidos los de primera necesidad, en el mercado informal, donde no existe la menor racionalidad entre coste y producto. Claro está, dicha situación es consecuencia de la crisis económica en el país, agravada por la Covid-19 y, sobre todo, por la decisión del Gobierno de dolarizar parcialmente la economía.

En este mercado que, aunque funciona al margen de la ley, es conocido y “tolerado” por las autoridades, por ejemplo, un cartón de huevos que antes costaba de 21 a 30 pesos (1.25 USD), hoy alcanza los 350 o 12 USD. Otros productos han triplicado su costo en tan solo unos días.

En semejante contexto, muy pocos pudieron si quiera pensar en festejar el fin de año. El desánimo fue evidente en las barriadas que durante esos días apenas se sentían.  Este fin de año fue la minoría quien pudo “disfrutar” la tradición, cada vez más limitada por la miseria generalizada en Cuba.  Como siempre, los cubanos, expertos en sobrevivencia, buscaron alternativas para garantizar, por lo menos, un plato de comida a sus familiares. Desde meses antes, aumentó la crianza casera de puercos aun en las ciudades. Con esta práctica muchos aseguraron su consumo e incluso venta de la carne, previendo lo que, en efecto, sucedió en diciembre.

Para otros, la solución estuvo irremediablemente en obviar el cerdo y cenar con pollo, que, de un tiempo a esta parte, ha sido la única proteína que casi no ha escaseado en la isla, aunque en momentos su disponibilidad en los mercados ha sido bastante intermitente.

Es semejante escenario comenzó el 2022. A diferencia de lo que sucede en naciones prósperas, en la mayor de las Antillas las opciones de vida son cada vez menores y la pobreza en la que viven los cubanos se recrudece en vez de remitir. En tal sentido resulta urgente el cambio radical de un sistema que lleva 63 años demostrando su absoluta incompetencia.

Ana Palomino

Bloguera de Cuba te cuenta.

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