Si bien antes de la implementación de las medidas del ordenamiento monetario, construir en Cuba era para gente adinerada, hoy presumiblemente es de príncipes y zares. Haría falta incluso más que eso porque ni la magia de Hogwarts podría con la escasez generalizada de materiales de la construcción y los altos precios que se piden por concepto de mano de obra.
El tema de la construcción en Cuba es más viejo que la revolución. Data incluso desde la Colonia y se acentuó en la República con el salto demográfico que experimentó la isla a partir de los años 20. En ese época, existía la posibilidad de las rentas y de los alquileres. Sin embargo, Fidel Castro hizo énfasis desde los años 50 en la necesidad de resolver el problema. Tras edificar algunos bloques de edificios en las principales cabeceras provinciales, dio por solventado el problema.
En la actualidad, ni las propias políticas del Estado cubano (subsidios, planes de la vivienda, afectaciones por fenómenos naturales) tienen cabida[1]. Solo el turismo y los militares inauguran hoteles y apartamentos de lujo asociados al sector inmobiliario. La culpa no ha sido propiamente de la tarea ordenamiento que ha disparado los precios y el nivel inflacionario en la isla, sino del desabastecimiento sin precedentes que presentan las tiendas de materiales o Rastros, las tiendas minoristas, las empresas constructoras y de mantenimiento y los trabajadores por cuenta propia (TCP) ante la falta de liquidez con que importan componentes constructivos, la escasez de combustibles, la COVID-19, el déficit de equipos de tracción y la tecnología rudimentaria fabril existente.
Según cifras oficiales, el pasado año, más del 60% de las viviendas que componen todo el fondo habitacional cubano se encontraban en estado regular y malo. Hablamos de un millón 452 mil viviendas y las perspectivas de rehabilitación son cada vez más tristes y lejanas.
Hoy en día solo se puede construir en Cuba a través del mercado negro. Una tira de cabilla (acero corrugado) oscila entre los 900 y 1000 CUP (41.66 USD), mientras que una bolsa de cemento se puede conseguir en 1500 CUP (62.50 USD),. Por si fuera poco, el metro cúbico de arena se encuentra en 800 CUP (33.33 USD). Y todos estos productos solo pueden conseguirse en tiendas que aceptan pagos en Moneda Libremente Convertible (MLC), además de otros productos como los muebles sanitarios (por unos 100 USD), los herrajes y componentes de ferretería e incluso, las ventanas (200 USD). Estos productos son inaccesibles para el ciudadano común, debido a que no cobra en esta moneda ni tiene fácil acceso a ella.
En los “Rastros” lo poco que entra está destinado a casos sociales o subsidios. No obstante, en este programa gubernamental podrían entrar casi todas las familias porque son muchas ya las que se encuentran en situación de vulnerabilidad.
Si bien antes del inicio del ordenamiento, construir era difícil, la hiperinflación que hoy devora al pueblo de Cuba ha vuelto esta tarea harto imposible y un lujo. Y si es difícil para un joven que ahorre o emprenda algún negocio, imagínense para un pensionado, una persona con discapacidad o una madre soltera. Las personas en la isla deberán desvivirse entre comer o construir si quieren ver al menos una habitación de su casa construida.
[1] Este 2021, según la ONEI, las inversiones en el sector de la vivienda no rebasan el 25%.
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